Piano: Chano Domínguez y Diego Amador. Percusión: Diego Amador Junior. Lugar: Teatro Lope de Vega. Fecha: Sábado, 13 de febrero. Aforo: Casi lleno.
Con el recuerdo de Chick Corea en las cabezas, en el corazón y en los dedos, Chano Domínguez y Diego Amador se sentaron en sus pianos de colas enfrentados para demostrar que hay distancias que lejos de separar alimentan aún más las ganas de acercarse. Así, desde una mutua admiración y con una complicidad evidente, los pianistas intercambiaron miradas, vivencias y emociones en un diálogo abierto de risas y brindis musicales.
De esta forma, cabalgando por un rico y luminoso repertorio sonoro de ritmos latinos, jazz y ecos flamencos, ambos fueron vaciando sobre las teclas la idea de que la música es el mejor lenguaje posible en estos tiempos de inútiles enfrentamientos y sobredosis de mentiras. Uno desde la claridad y honestidad de un toque sabio y fresco y el otro desde su pulso jondo, personal y contundente.
Este encuentro, por tanto, fue una charla natural y fluida de dos maestros que querían disfrutarse y abrazarse el uno con el otro. De dos músicos generosos que viven despojados de etiquetas y se sienten libres para moverse donde fuere.
Pero, además, aquí se dieron cita todos los pianistas que como Corea –“por el que yo estoy aquí delante de este instrumento y no con una guitarra”, contó Amador- han sabido enriquecer uno y otro género y también todas las músicas compartidas que sonaron por bulerías, tangos, boleros o rumbas, con el enérgico compás de Diego Amador Junior al cajón. Por eso el recital fue sobre todo la manera más franca de dar gracias a la vida y a la música.