Texto: Pablo San Nicasio
Fotos: Rafael Manjavacas
«El verso suelto que lidera el flamenco»
FESTIVAL SUMA FLAMENCA 2011 Carmen Linares |
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Una de las fechas clave del mes flamenco en Madrid coincidía con el inicio del verano. El ecuador de la Suma Flamenca traía a Carmen Linares al teatro de la Abadía que, se veía venir, se quedó pequeño ante la demanda de entradas. Dos o tres Abadías se podían haber llenado tranquilamente. O la catedral si hacía falta. Con los calores de junio llegó de nuevo el referente del cante grande actual. Carmen Linares aparece a día de hoy como única portadora de la veteranía, maestría y afán renovador en el cante. Todo en uno. Ella lo sabe y con ello vive. Entre ausencias de artistas con esas características, y presencias de otros con diferentes miras y cualidades, es la jiennense la que porta una púrpura que, estamos seguros, tendría que repartirse entre más cantaores, pero es la época que nos ha tocado vivir y con su liderazgo dormimos tranquilos. Porque, equivocándose o no, Carmen Linares no cede en su toma de riesgos, es una garantía de sorpresas, algo que se agradece. Y porque tiene resortes para salir de las dificultades y envites que le plantean sus circunstancias como sólo las personas con verdadero talento pueden hacerlo. La noche del martes lo demostró. Carmen presentaba “Ensayo Flamenco, 2012”. Espectáculo basado en el recorrido por los poetas que han jalonado su discografía. Juan Ramón, Lorca, Alberti, Miguel Hernández, Valente o el mismo José Luis Ortiz Nuevo. Parece fácil teniendo esos letristas, pero nada de eso. Si de cantarles se trata, Carmen Linares es una superdotada, lo sabemos. Pero si lo que buscamos es hacer flamenco, un espectáculo ameno, intenso y equilibrado, la cosa se complica. Porque los aficionados estamos acostumbrados a esas letras tan identificativos de los cantes, a esas armonías características de cada estilo, a esos recuerdos a los artistas del pasado…y de eso en “Ensayo Flamenco”, poco. Así que la tarea era dura. De hecho se empezó con frialdad. Con los versos de Ortiz Nuevo y Miguel Hernández la cosa no calentaba del todo. Carmen siempre cercana y entrañable, el superlativo piano de Pablo Suárez también ponía de su parte, pero hacia la tercera intervención, “Mis ojos sin tus ojos” íbamos mucho más planos y rasantes que lanzados al despegue. Puede sonar algo duro, pero en este punto teníamos a una Carmen Linares más próxima al Lieder de Schubert que al arte jondo. Sin embargo, esos mismos protagonistas, Pablo-Carmen, se elevaron por martinetes poco después para comenzar con el verdadero flamenco. El asunto es peliagudo porque, repetimos, se trata de ser flamenca con texturas que no lo son tanto. Ella de pie, apoyada en el piano, Pablo con su vanguardia armónica, las letras sin mi mare ni las puñalaítas… Pero Carmen es mucha Carmen y, además de tener una plantilla de lujo, tiene visión de juego. Sabe cuando sacar a cada uno a escena, conoce sus roles. Y ella liderando un equipo que tiene visos de durarle mucho tiempo compartiendo bolos. Así que Rafaela Carrasco, que días antes apenas se saboreó algo más de media hora para la concurrencia, se inventó la granaína “Asesinado por el Cielo” con el desgarro de doña Carmen Pacheco Rodríguez y puso a hervir una caldera que no se enfriaría hasta la salida. El recorrido de la cantaora por Juan Ramón Jiménez y Alberti siguió por la senda del cante lustroso, con tercios sublimes. Pero fue en Lorca, con diez minutos de bulerías para enmarcar, donde vivimos el mejor momento de Carmen Linares, la flamenca, la desgarrada y festiva, la maestra suprema de la jondura. Fin de fiesta por todo lo alto donde, de nuevo, la nota de distinción del cante se repartió con el baile de una sevillana en estado de gracia a un nivel que asusta. Carmen Linares demostró que canta, lidera y tiene visión para meter en vereda poesías imposibles, músicos geniales y versos sueltos impertinentes, por el bien del flamenco. Más información: |