Fotografía: Paco Manzano
Carmen Linares ha hecho arte de la humildad y convirtió su concierto en el circo Price en una sucesión de homenajes a la música que le conmueve y que le inspira. A ratos peca de generosa y no utiliza efectos especiales para subrayar sus mejores talentos y los prefiere compartir con sus músicos e invitados. Así que el karma anda sobrado de buenos momentos para repartir y devolver el arte con el arte. Así apareció Joan Manuel Serrat al que habíamos visto la noche antes en Los Caminos del Flamenco de TVE hablando sobre su memoria flamenca y Serrat soltó los versos que inspiraron a don Antonio Machado:
“Dijo una voz popular:
¿Quién me presta una escalera
Para subir al madero
Para quitarle los clavos
A Jesús el Nazareno?”
Fue el punto culminante de la noche, porque algunos de los que casi llenan el recinto habían acudido para ver a Serrat y eso siempre se nota en un concierto flamenco. Seamos claros, el flamenco es un arte de minorías que requiere esfuerzo y dedicación por parte del oyente. Esa gente que se llaman a sí mismos “aficionados” es la que es capaz de mantener durante años un circuito en el que reunir a cien personas en un recital es un éxito indiscutible. El resto es marketing y ensanchar los caminos y las mentes y disfrutar con el intercambio de ideas y sonidos y ese largo etcétera que compone el flamenco contemporáneo.
Carmen Linares lleva 40 años delante del escenario picando piedra a favor. Hubo un momento en el que su seguidores crecieron de forma notable y fue cuando publicó en 1996 “Antología. El cante de mujer” un disco doble producido por José Manuel Gamboa en el que cambiaba la perspectiva flamenca con el simple hecho de cambiar de género. Eso ayudó al resto del mundo a pensar de otra manera y (a mí) a comenzar a escuchar a Camarón desde el punto de vista andrógino. Aquello significó una pequeña revolución porque aquel disco era más accesible al oído medio sin aliviar el contenido, ni encajar diminutivos. Otro rasgo más del carácter de Carmen es que no le gustó el comentario que le hice de que estaban todos los tocaores de primera línea salvo ese que siempre estaba de gira por el mundo. No le gustó mi comentario por Paco de Lucía y por todos los demás guitarristas.
Con todo el karma a favor el concierto empezó con un acople chungo de bajos, Carmen hizo de tripas corazón y tiró palante con los tangos de Granada, los andaluces de Jaén y una de Vainica Doble. Aunque la tortura acabó pronto la sensación de incomodidad duró un buen rato. La cantaora iba anunciando homenajes a todos los artistas que son importantes para ella y al llegar al disco de la mujer en el cante se arrancó por alegrías. Se acordó de Enrique Morente para cantar su versión de “La Leyenda del tiempo” ahí notamos cómo y por qué Carmen Linares es justa y necesaria e introdujo una novedad escénica al cantar con todos los músicos abandonando sus instrumento y acompañando el compás a palmas.
Lo de que había público poco acostumbrado al flamenco se hizo evidente cuando la gente aplaudía a Lorca a Miguel Hernandez, a Valente y a Juan Ramón JIménez por su aportación al cante. Más emocionales eran los aplausos arrancados por la magia del baile de Vanesa Aibar que se lució en sus dos intervenciones (por razones complementarias). En la primera por mantener su faceta contemporánea a raya en la forma de su vestido y en la limpieza y armonía de sus tacones. En el final deslumbró en los tanguillos a la hora de mantener la dinámica (con bata de cola y mantón) entre el movimiento y la estampa hasta el punto de asumir riesgos propios de la gimnasia rítmica (lo de tirar la cola por allí y recogerla por allá). Así que aplaudimos a rabiar los recién llegados y los aficionados, lo mismo ocurrió con la pieza dedicada a la guitarra de Salvador Gutiérrez que portaba el sabor de Paco de Lucía y volvió a ocurrir con Serrat al que desde un sector le pidieron un “bis”. El Noi hizo lo suyo y se esfumó sin robarle ni un minuto más de gloria a la Linares.
Cármen acabó dando “Gracias a la vida” (acompañada por su hija Lucía) y a la gente por apoyar la cultura y sales del concierto convencido de que uno puede llegar a ser una buena persona.
FESTIVAL INVERFEST (Circo Price. Madrid) 19 de enero 2022. Carmen Linares, voz. Salvador Gutiérrez, guitarra; Pablo Suárez, piano; Josemi Garzón, contrabajo; Karo Sampela, batería; Vanessa Aibar, baile; Ana María González, palmas; Rosario Amador, palmas. Joan Manuel Serrat, invitado.
Fotografías: Paco Manzano