La segunda jornada del festival flamenco de Bellota presenta a Juanfe Pérez, la compañía del Juan de Juan y el arte noble de Capullo de Jerez
Resumen de la primera jornada. El cronista (perdonen que hable en tercera persona) ha resuelto su faceta de “pinchaor” con división de opiniones. Los chicos y chicas adolescentes me han pedido reguetón y he ofrecido chispazos del estilo con Tego Calderón y la inmensa generación de músicos gitanos que abordan la cuestión con actitud flamenca. No parece suficiente. La grey juvenil quiere el éxito del momento, lo que bailan en la disco. A las cuatro de la mañana, y a punto de volverse calabaza, el pinchaor ha decidido solidarizarse con los que se han ido a dormir y ambientar la cosa con flamenco acústico. Al día siguiente compruebo que el festival apenas desprende contaminación acústica. Los bafles están dirigidos a la zona de parking y a las afueras de los dos pueblos. ¡Ea!
Al día siguiente a la hora del aperitivo, actuación de la escuela de baile Mariló Márquez con los padres de las criaturas, sentados a la sombra. Ojo al dato, las niñas bailan flamenco ¿y los niños?.
-Los niños tocan la guitarra, me soplan
Después de la siesta y tras la hora feliz de los productores de jamón (“nos hemos puesto hasta el cxlx” me dijo un colega aficionao al flamenco y a los estados de dicha culinaria) más tarde hubo una cajonada, con un cajón tamaño extragrande que poco más tarde los niños hacían sonar a lo bestia. Pongan a dos docenas de niños a jugar alrededor de un cajón y oirán el resultado. El caso es que se estaba poniendo el sol cuando apareció el guitarrista Juan Antonio Moya ganador de la anterior edición de concurso dedicado a Niño Miguel que interpretó “el vals flamenco”.
-Aquí, en el pueblo, todos tocan la guitarra, algunos muy bien” me dice Diego Guerrero a la vera de la iglesia, a la salida de misa de 12 en la sombra más fresquita de los dos pueblos. “Sacar adelante este festival ha sido un trabajo colectivo y comunitario” con un pequeño equipo de profesionales alrededor de Diego Guerrero, un artista metido a fabricante de sueños. ¡Ea!
ANTECEDENTES DE BELLOTA
“No entiendo por qué estoy nervioso -dijo Juanfe Pérez a mitad de su concierto- me habéis visto tocar toda la vida”. Juanfe es de Castillejos y comenzó a narrar los antecedentes del festival cuando un puñao de rockeros montaron una asociación que lleva el nombre de un fandango de Paco Toronjo pronunciado del revés, unos hippies güenos que organizaban “La Paletilla flamenca”, un evento modesto que dejó de funcionar por la pandemia. Los susodichos héroes saludaron desde una esquina mientras colegas, amigos y familiares jaleaban a uno de los grandes bajistas del mundo mundial. A Juanfe le llevamos gozando desde hace años y ahora con Raúl Rodríguez y con su proyecto en solitario en el que la cantaora Alicia Morales interpretó una vidalita para conmover a morentes, morentianos y morentistas, entre otros seres. JuanFe es de otro nivel, tiene el espíritu de jam session de Jerry González, el punto innovador de Jaco Pastorius, el compromiso de Jorge Pardo y una compañera, Karina Sagart, que pinta en escena y que hace arte en lienzos, discos y camisetas.
Juan de Juan se presentó con un grupo que se colocó en fila por detrás del bailaor, una novedad estética en este mundo dominado por la media luna de Paco de Lucía. Juan de Juan es el bailaor más comprometido con las influencias americanas desde el “tap” neoyorquino hasta los bailes de la pampa argentina. No se le notó nada de eso en su actuación quizás porque lo tiene tan integrado en su baile y en su ser que le influyen en esos pasos de baile que nadie hace como él. El plato final lo protagonizó El Capullo de Jerez que comenzó a cantar sentado y seriamente . Una señora se fue a cenar.
Fotos: Raúl Macarro
-No me gusta ese garganteo, le decía a su comadre.
El resto de la audiencia se quedó a gozarla mientras se iba agotando la cerveza y los hielos y el equipo de producción volaba para tapar la brecha. Al final de la noche, algunos se fueron a por la copa de casa para seguir en el ambiente. La señora del “garganteo” se refería a la voz de Miguel Flores (Capullo), una garganta herida por el flamenco y por todo lo demás que llamamos vida y que también degustamos en otros ámbitos, sea en la voz de Leonard Cohen, Morente o Tom Waits. No tardó mucho en levantarse y demostrar que es una estrella del rock and roll en el mejor de los sentidos del término y cuando alcanzó la velocidad de crucero (modelo Ramones) sacó la trituradora de estribillos y fue saltando de estribillo en estribillo y de rumba en rumba para gozo de los que gustan corear “No estamos locos que sabemos lo que queremos” y docenas de temas ajenos hasta que llegó el suyo que nos presentó: “yo que no sé leer ni escribir” y nos cantó aquella tragedia en los trenes de Cercanías de Madrid. Un cantaor para todos los públicos y toda clases de aficionaos. El pinchaor “Son de la tribu” hizo la sesión final de un festival inolvidable. ¡Ea!
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