El
Capullo de Jerez presenta su disco en Madrid Madrid, 23 de octubre 2002
Sala Caracol.
El Capullo de Jerez presentó su nuevo disco en la sala
Caracol de Madrid el pasado viernes veinticuatro de octubre.
Un recinto prácticamente lleno con un público
dispuesto a vivir el compás del cantaor jerezano.
Después de la actuación de Miguel Carbonell
con Las Negris a los coros (taranto,tangos y bulerías),
hacía su aparición en el escenario Miguel Flores
«El Capullo de Jerez» junto a Niño Jero con
su guitarra y Tequila de Jerez para palmas y jaleos. Aunque
en un principio daba la impresión de que el público
sería escaso, en este momento de la noche ya se registraba
una buena entrada. Abrieron por soleá, con el compás
muy bien marcado, para después pasar a unas letras
por fandangos .Es cierto que Miguel no es un cantaor con gran
dominio de la voz, pero lo que es incontestable es su sentido
rítmico espacio-temporal… como buen artista jerezano
su dominio del compás es absoluto. Además, Miguel
posee esa curiosa cualidad que no se puede definir pero si
se puede sentir, que resume sus características en
una personalidad propia capaz de convencer al público.
Quizás por eso mismo, al empezar los tangos, casi
todos los presentes ya se sabían de antemano las letras
que coreaban al mismo tiempo. Del «esto no es vivir»
pasó a una letra del que será su próximo
disco, ideada por la hija del Tequila de Jerez… «no
me gusta el pan, no me gusta el queso». Cerró
la tanda de tangos con la ya también conocida letra
suya de la discoteca en la cual afirma que la culpa no la
tuvo él.
Después de un martinete a su manera, pidió
silencio para escuchar una tanda de letras que empezarían
con esencia de soleá y acelerando progresivamente el
compás terminarían totalmente por bulerías,
con «la vida es una mentira».
Tras una pausa, regreso al escenario por rumbas con «La
vida es una rutina»; a estas alturas el público
asistente estaba más que entregado al arte de Miguel
Flores. En la primera fila destacaba la presencia de artistas
como el maestro Rafael Riqueni o el joven cantaor Antorrín
Heredia. Un grupo de personas enseñaba sus camisetas
con retrato del Capullo al escenario intentando captar la
atención del simpático cantaor jerezano, mientras
el resto del público bailaba aquello de «apágame
la luz, enciéndeme la luz». Se echó de
menos la famosa falseta de guitarra que se escucha en los
discos al terminar el estribillo.
Llegó el momento de hacer la tanda de bulerías,
en las cuales llegó un momento en que Miguel se puso
de pié, cogió el micrófono y se puso
al borde del escenario. Sería para recordar en primer
lugar a Camarón y posteriormente a Caracol con la segunda
parte del Romance de Juan de Osuna (los tormentos de mis grandes
duquelas) pasándolo por bulerías jerezanas.
A estas alturas de la larga bulería, El Capullo aprovechaba
las falsetas de guitarra de Periquín (Niño Jero)
para echar sus aplaudidos bailes. Cierre oficial al que llegó
a petición del público el extraoficial por tangos,
donde volvió a hacer la letra del pan y el queso.
En definitiva, algo más de una hora de arte de escasa
percepción temporal pero tangible en el recuerdo, puesto
que si el tiempo se pasa rápido es señal evidente
de que se ha pasado bien.