Capullo de Jerez en Clamores. Flamenco a Chorro

Texto: Isaac Rodriguez
Fotos: Rafael Manjavacas

FIESTA ASEGURADA

Miguel Flores «Capullo de Jerez»
Ciclo: Flamenco a Chorro
30 de marzo 2012 – Sala Clamores

 

Cante: Miguel Flores «Capullo de Jerez», Guitarra: Periquín, Niño Jero, Percusión: José Rubichi, Palmas: Juan Flores y Jesús Flores

 

El Capullo, dice Antonio Benamargo cuando lo presenta, es un cantaor inclasificable. Que no milita en el clan de los ortodoxos, ni en el de los fusionistas, ni en de los copleros. Que no pertenece a ninguna escuela, ni puñetera falta que le hace. Miguel Flores Quirós, Capullo de Jerez, es un artista flamenco que aprendió en la escuela de la vida y se desabrocha el botón de las entrañas cuando canta a gusto.

Lo que pasó esta noche. Claro, que Capullo no sería el mismo si no se dejara acompañar por ese grupo festero que le mima: el gran Niño Jero, Periquín, a la guitarra, Juan y Jesús Flores en las palmas, y José Rubichi en la percusión. Rubichi, como los otros, se derrama en el cante con precisión de metrónomo. Rubichi, pongo por caso, es la quintaesencia de Jerez. Pero, además, Capullo se crece con el público de Clamores que le da caña, le hace coros y le rinde pleitesía. Si canta por bulerías, el público por bulerías; y si dice rumbas, el público rumbeando.

Ese es Capullo, un desheredado del flamenco de academia que, sin embargo, puede fundar una institución del cante verdadero y natural; un transgresor de lo que se da en llamar pureza, esa quimera. Capullo canta, como le da la gana, a la libertad, a las rutinas de la vida, a la alma mater y a la fiesta de la bulería con revolcón de lunares.

Ojalá pudiera yo componer una crónica tan disparatada y tan sincera como su cante. Ojala pudiera yo hacer que mis palabras llevaran el compás de su estricta bulería jerezana. Pero la puerta grande sólo se abre para los que bordan la faena: Paula, Curro, Capullo…

Fandangos, rumba, tangos, bulerías por soleá (su cante grande, si es que se puede hablar de tamaño en el arte), toná y borrachera triunfal por bulerías. Sí, lo de siempre. Lo de nunca. Lo de entonces. Lo del Capu. Lo de antaño. Lo que corea el respetable derramando orgasmos. Lo de ayer. Lo de anteanoche. Lo que se guarda en un cofre para cuando haga falta. Este soy yo, dijo una vez este patriarca vividor y gaditano. Este soy yo… y se quedó tan ancho.


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