Texto Pablo San Nicasio Ramos
Clama al cielo
Cano en concierto
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Es el guitarrista flamenco más interesante de su generación. El equivalente en toque a lo que se corea de los Andrés Marín, Galván, Estévez y compañía en baile, por ejemplo. Pero ¡ay amigo! Estamos hablando de guitarra y por estos pagos todavía estamos en la Prehistoria. Como que no vende la cosa, no.
Así nos lo recordó al presentarse al público “Cano”. Lo especial que era para él subirse a un escenario y sobre todo en España, donde se sigue negando mucho pan y sal a los tocaores. Se trajo anoche el catalán una banda con quilates para dejar claro que su concepto, a pesar de aún no ser un movimiento de masas, cuenta con el respaldo de algunos de los más selectos músicos del panorama. Y con ellos, pero sobre todo con él solo, su hora y media de vanguardia que se nos pasó volando. Buen ambiente en la mítica “Clamores”, en cuyas butacas se vio, entre otros al ilustre Félix Grande, entusiasta de “Cano”. Poeta que además fue agasajado con unas bellas palabras por parte del protagonista. Comenzó Juan Antonio con su Malagueña a Enrique el Mellizo. Composición de guitarra recitada. Toque libre que, como todos los de este músico, destaca por su complejísima textura y enorme dificultad. No sólo de mano derecha, interesantísima por el gran juego de timbres que puede desplegar, sino por una riqueza de recursos de mano izquierda brutal. Desde luego no al alcance de los que solo corren y corren y corren… En este sentido llegó a tocar hasta seis temas más en solitario. Todos de su Son de Ayer y de Flamenco Crossover. Discos que marcan un punto de inflexión para quien busque guitarras verdaderamente nuevas. Primer punto a su favor.
Versión de Los Cuatro Muleros, minera, rumba, soleá… Hubiera sido más fácil para él jugar más tiempo en equipo, pero apenas lo hizo en comparación con su apuesta solista. Y eso que llevaba entre otros a dos Pablos de lujo, el Martín del contrabajo y el Suárez del piano. Verdaderos “cracks” del nuevo flamenco, bien secundados por José Luis López, impecable al chelo y por Karo Sampela en las percusiones. Fin de fiesta por bulerías donde se palpó la inimitable manera de acompañar de Cano y las más que notables condiciones cantaoras de nuevo de Diana Navarro. Los recursos técnicos de “Cano” darían para un tratado porque además de ser muchos, algunos son completamente novedosos en la guitarra flamenca. Con reminiscencias del clásico y de la guitarra eléctrica. Eso hace a su sonanta diferente desde el inicio hasta el fin. Desde que la coge hasta que remata un compás. Sin duda el único de su “reata” capaz de no sonar a nadie y ser identificable por sí mismo. Autosuficiente y estéticamente rompedor, con su bandolera y “cutaway” ya inconfundibles, es Canito un tocaor para todos los públicos que, repetimos, se les está colando a los programadores que presuman de buenos “ojeadores”. Guitarrista que corre el riesgo, más que él lo correría el flamenco, de pasar desapercibido en un momento en el que la guitarra necesita más que nunca creatividad. El siguiente paso para “Cano” debe ser entrar en el “circuito” y en eso está.
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