Texto: Pablo San Nicasio Ramos
Fotos: Rafael Manjavacas
El nuevo concepto de combo flamenco
CAMERATA FLAMENCO PROJECT |
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Son muchos los grupos que están surgiendo en los últimos tiempos con ganas de ir más allá en lo que tradicionalmente se ha denominado “combo” flamenco. Músicos de variado origen, generalmente de acreditada formación clásica o jazzera que, con los aderezos de uno o varios intérpretes flamencos, lo que nos interesa, añaden versatilidad a sus conjuntos y de paso amplían horizontes en sus posibilidades laborales. Es decir, a la vez que se incrementa el repertorio y los conocimientos de cada uno de ellos, se abarca más a la hora de difundir una música que, sin duda, cuenta sus horas más bajas en cuanto a número de “bolos” programados. Nada nuevo, en cuanto al número de integrantes o sus afanes, si lo comparamos con los primeros conjuntos de hace algunos lustros. Lo que cambian ahora son las coyunturas socioeconómicas, la espectacular formación de los protagonistas actuales y su absoluta despreocupación sobre etiquetados, prejuicios y demás… Son tantas las bandas, cualquier aficionado al flamenco que siga la actualidad lo sabe, que, queriendo o sin querer, esta temporada de vacas flacas ha traído un nuevo concepto y hasta se podría hablar de género musical en sí mismo con los nuevos ensembles. En un tiempo prudencial, quizá una década, sabremos si esta fiebre creadora colectiva tiene recorrido como para erigirse como apartado flamenco con personalidad propia y sus aportaciones con suficiente peso como para añadirse a la “tradición”. Así que, puestos a componer en masa, qué mejor ocasión que llenando la mítica “Clamores” para alumbrar un debut discográfico en público. Hablamos de “Camerata Flamenco Project”. Conjunto formado hace bastantes años pero que se ha animado este otoño a lanzar “Entre Corrientes”. Ópera prima de un conjunto formado, en su meollo, por tres miembros: el piano flamenco estelar de Pablo Suárez, los vientos de Ramiro Obedman y el violonchelo de José Luis López. A ellos se les une la Karo Sampela en la percusión y ayer Toño Miguel en el contrabajo. Pero hay más. Porque el concepto que propone la Camerata casa estupendamente con su denominación. Abogan por una idea musical fija, objetivable, casi clásica, pero abierta a la incorporación de fichas alternativas. Un corazón de puzzle fijo donde se pueden incorporar perfectamente más miembros y piezas. Y ahí es donde entra el flamenco. Porque de raíz, su idea es puramente clásica y jazzera. Pero, como se ha podido ver en “Villa Rosa” días atrás o en Irlanda en julio, la Camerata empasta de lujo con el cante de Antonio Campos o el maravilloso baile de Concha Jareño. Con ellos, y con el repertorio más apuntalado en lo ortodoxo del arte jondo. Música que recuerda el aire de audición de alumnos destacados de conservatorio, gente absolutamente volcada en la música, de inefable técnica y vocación clara. Que al salir al escenario dice eso de “y ahora nosotros”. A lo suyo. Con estética entre el jazz tradicional, el postromanticismo clásico, el chill out minimalista y los aires flamencos. Una especie de Dvòrak a la española. El disco tiene siete jugosos y densos temas en los que predomina la estética apuntada y donde el flamenco sólo se intuye en algunos, mientras que en otros es el “jefe”. Como en “Camerata por bulerías”, la “Seguiriya para Astor” con la que cerraron el recital o una interesantísima versión del “Entre dos Aguas” de Paco de Lucía. Interesante por lo atrevido (casi nadie osa tocar temas de otros flamencos), lo avanzado (secciones exprimidas con un gusto soberano) y lo desinhibido de “agregar” al Maestro al repertorio. Camerata además se equilibra muy bien, con el lirismo mayúsculo del violonchelo y el piano, confrontándose con la electricidad de los vientos de Ramiro y, ojito con los amigos, las sorpresivas percusiones de Sampela y el invitado de la noche: Sergey Saprychev, exquisito en el cinco por ocho y seguiriya final. Dará que hablar. Está claro que estos amigos pasan de etiquetas, se juntan para hacer buenísima música y de paso sacan disco. Así debe ser ¿no?
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