«Boboterías, De Triana a Las Tres Mil» – Festival de Flamenco de Nimes

Texto: Estela Zatania
Fotos: JeanLouis Duzert

Viernes,18 de enero, 2013. 20h. Teatro de Nimes (Francia)

 

EL COMPÁS COMO DESTINO INELUDIBLE

Boboterías. Cante: Mari Vizárraga, El Vareta, Guillermo Manzano. Guitarra: Ramón Amador, Paco Iglesias, Emilio “Caracafé”.  Baile y compás: Torombo, Pepe Torres, Bobote, Eléctrico.

Anoche en el teatro de Nimes, algunos franceses, al verme con cuaderno y cara de sabihonda, me preguntaron si “boboterías” era un palo flamenco.  Y mira por donde, que por un instante estuve a punto de decirles que sí, porque en cierto modo se siente como otra dimensión del flamenco.  La que antes era la única, ahora convertida en novedosa: la del buen cante y guitarra, la del compás y del ‘ange’.

Todo el papel vendido, mucha expectación – los nimeños tienen paladar y saben lo que les gusta.  La misma ráfaga de energía flamenca que nos quitó el calor ambiental aquella noche de verano hace cuatro meses en la última Bienal de Sevilla, sopló fuerte en Nimes para calentar la noche helada  Un selecto grupo de extraordinarios artistas prácticamente desconocidos (favor de echar un vistazo al elenco que figura arriba) se reunían para hacer lo que llevan haciendo toda la vida, dejándonos observar y sentir la movida resultante.  Y Bobote, el que menos hace y más pinta, el compacto hombre que es la fuerza motriz e inspiración de todo.  Cuando los flamencos de Triana fueron trasladados al barrio de Las Tres Mil Viviendas, el equipaje más abundante que se llevaron fue el inmaterial: su arte y su cultura.

El espectáculo abre con un breve audiovisual que artistas y público quedamos mirando fijamente, y donde vemos aquel bailecito de José Jiménez, Bobote niño hace 40 primaveras, y que esta noche repetirá con la misma chispa que entonces.  El Eléctrico, Torombo y Pepe Torres le replican con sendas pataítas, ¡qué os voy a contar a los que conocéis a estos hombres!  Curiosamente, muchos aficionados franceses sólo han visto bailar flamenco a mujeres, y estas formas varoniles trianeras les dejaron, como quien dice, boquiabiertos.  Esos brazos en cruz, esa intensidad, esa elegancia bestial y esa entrega total.  Gritos y jaleos del público cuando la velada sólo está empezando.

En el resto del espectáculo cada uno ofreció su numerito, igual que en las reuniones tradicionales.  El Vareta cantó por martinete y soleá con su fascinante voz gruesa y redonda. Tangos, cómo no, de Triana, y es pura energía anclada en tierra, todo nutre y estimula.  Por soleá, Guillermo Manzano, con voz y formas entre Antonio Mairena y Pansequito, que ya es decir, otro cantaor muy digno de atención.

Mari Vizárraga, única hembra del grupo, canta por alegrías a Pepe Torres que recuerda eficazmente el baile de su familia, el de Pepe Ríos y Andorrano.  Y ya no sabes lo que es fresco, puro, nuevo o viejo, porque lo verdaderamente bueno es intemporal y desafía toda definición.

Los solos de guitarra del pintoresco Caracafé, citando melodías de Camarón, reflejan los albores de la época de Paco de Lucía.

El Vareta canta nuevamente por soleá, se levanta el Torombo y el aire se siente espeso…esa “tensa calma” al que siempre aluden los reporteros en una situación dramática…y Torombo no defrauda.

Esta vez el fin de fiesta no es rebuscado ni forzado, sino el destino natural de esta colección de artistas, la última y más joven generación del flamenco vivencial. 

Y así acabó lo que nunca acabará, el latido del compás como se entiende en Sevilla, sus barrios y la gente que allí habita.

A las diez y media de la noche, acudimos al nuevo espacio Paloma Club donde Tomás Moreno, “Tomasito”, archiconocido y querido en Nimes, dio una muestra de su lado más roquero en una actuación arropado por su grupo con Francisco José Vidal a la guitarra flamenca, José Atero a la guitarra eléctrica, Gaspar Fernández a la batería y Jesús Hidalgo al bajo.

Video Boboterías en la Bienal de Sevilla


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