Texto: Estela Zatania
Fotos: Ana Palma
Resumen: Belén López. Festival de Nîmes 2011
FESTIVAL DE FLAMENCO DE NIMES |
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Baile: Belén López. Cante: Saúl Quirós, David de Jacoba. Guitarra: Carlos de Jacoba, Carlos Jiménez. Percusión: Rafael Jiménez “El Chispa”. Violín, Fernando García. Qué gusto de volver a Nimes, este rinconcito tan flamenco en el sur de Francia, tan afín a lo español que parece una extensión de la piel de toro. Y buen tiempo este año – el sol pega casi tan fuerte como el calor del ambiente de convivencia de artistas, periodistas y demás personas involucradas. Ni tan grande como la Bienal de Sevilla, ni tan pequeño como un festival de pueblo, Nimes es el prototipo de festival flamenco de formato mediano. En estos días ha habido actuaciones de mucho peso. El viernes estuvo el impresionante bailaor sevillano Andrés Marín con su “Pasión según se mire”, una de sus mejores obras hasta la fecha, un recital compartido de Lole Montoya y Luis Zambo, nostalgia y jerezanía, el queridísimo guitarrista Moraíto Chico en recital y anoche la bailaora Belén López. La vi con 8 añitos, bailando con toda la rabia y compás de la gran artista que es, y pensé “tenemos baile pa’ rato con esta niña”. La vi en el Concurso de Córdoba del 2004 cuando ganó el Premio “Mario Maya” y bailó bien a pesar de algunos defectos de presentación. Y la he vuelto a ver anoche. Con 24 años, todavía es pronto para hablar de una madurez artística, no obstante, su larga trayectoria admite y requiere una crítica seria. Hay artistas limitados que logran auténticas hazañas interpretativas, y otros con extraordinarias facultades que no llegan a administrarlas adecuadamente. Belén López pertenece a éstos. Es extraordinaria, que nadie se equivoque. Pero quiere hacerlo todo, y hacerlo ya, “comerse el mundo” como quien dice. Y es una lástima, porque sus ansias de gustar impidieron que lograra conectar con gran parte del público francés a pesar del aplauso agradecido y caluroso. Belén se inspira mucho en la escuela farruquera, y a estas alturas, en el año 2011, se puede decir que es una de las más jóvenes intérpretes del baile flamenco clásico, exhibiendo los vestigios de lo mejor del siglo veinte. Y esto es digno de respeto, porque sigue defendiendo formas que para otros de su edad resultan excesivamente limitadoras. Ella se busca y se encuentra, sin necesidad de una línea argumental, dentro del mismo marco donde se buscó Carmen Amaya o Farruco el viejo, con un baile temperamental basado en fuerza, intensidad, velocidades y pies, lo cual delata los muchos años de tablao que seguramente también son la causa de los besitos lanzados hacia el público y unos curiosos gritos.
Sus cantaores son dos camaroneros sin complejos, otra moda en vías de extinción, sin que caduque el artículo original se entiende. Tuvimos la oportunidad de disfrutar de David de Jacoba, habitual del grupo de Paco de Lucía con el que en la Bienal de Sevilla le faltó la sutileza que anoche encontró. Nuevamente, deficiente iluminación. Los seis músicos que formaron el atrás de la bailaora, estaban dispuestos en la clásica fila inamovible, pero sólo el primero y sexto componentes estaban iluminados. Los demás, incluyendo a los cantaores, quedaron como fantasmas negros, lo cual se hizo especialmente molesto en los largos solos instrumentales/vocales donde hubo la sensación de estar escuchando una emisión radiofónica. A la bailaora la vimos a medias: los movimientos sí, los gestos de la cara, tan importantes en el baile flamenco, más bien no.
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