Ballet Flamenco Eva Yerbabuena
'La voz del silencio'
2
de marzo. – Teatro Villamarta.
Especial VII Festival de Jerez 2003
Baile: Eva Yerbabuena, Patrick de Bana, Edu Lozano, Rubén
Olmo, Mercedes Ruiz, Lucía Guarnido, Marta Arias, Sara Vázquez,
Pedro Córdoba, Luismi González, J. Carlos Cardoso Cante: Enrique Soto, Segundo Falcón, Pepe de Pura Guitarra: Paco Jarana, Salvador Gutiérrez
El cuarto día del Festival de Jerez
se inició muy flamencamente con el recital de cante de Dolores
de los Santos Agujetas con Eizo Tawara a la guitarra en el Museo
Taurino. La cantaora se mostró bastante más cómoda
y centrada en este marco íntimo que la semana pasada en el
madrileño Teatro Albéniz.
Hace un tiempo primaveral en Jerez y con ello florece la Yerbabuena
con su obra 'La voz del silencio'. He aprendido a no leer jamás
los rebuscados libretos antes de ver estas obras, que más
que flamenco de teatro, se podría decir que son «teatro
flamenco». Por encima de todo es un espectáculo teatral
con detalles prestados del flamenco – luego si hay un huequillo
para el flamenco, mejor que mejor.
Los primeros tres cuartos de hora nos llevó por una serie
de insinuaciones fantasiosas, desvanecimientos (en al menos cuatro
ocasiones Eva acaba tirada por el suelo como un trapito), la gama
completa de gestos y muecas del cine mudo, música bonita
pero amorfa, más interpretación que baile propiamente
dicho. Luego…¡ja!…el cantaor Enrique Soto (espléndido
esta noche) canta martinetes suspendido en una jaula a unos cuatro
metros del suelo…Eva tendida en el suelo nuevamente detrás
de una cortina de agua. Sigue un largo paso de dos basado en contorsiones
de baile moderno con una fuerte carga erótica – hermoso si
excesivamente largo. Eva tiene, sin lugar a dudas, la cara más
expresiva y hermosa del baile español hoy en día.
Justamente cuando la corresponsala encendía la linternita
de bolsillo para comprobar la hora, suena la guitarra por soleá.
Casi se siente el alivio entre los espectadores. La deprimente austeridad
y surrealismo de lo anterior da paso al calor, a la vida real sin
disimulos ni disculpas, al poder innato del flamenco que unos cuantos
saben encontrar y aprovechar, estrujándonos las tripas, haciéndonos
sentir vibraciones que no sabemos explicar, pero que nos gustan.
Los jaleos son inmediatos y al unísono. De repente me viene
como un flas: todo este espectáculo tiene que existir para
que Eva la Yerbabuena se presente en el escenario para bailar por
soleá. Es su destino. La bailaora se transforma, nos transforma…
todo tiene un sentido diabólico. Es imposible apartar la
vista de sus posturas imposibles, de su manera de parar el tiempo
en pleno vuelo, de sorprender sin asustar ni escandalizar, de retorcer
el compás a la vez que lo deja intacto. Con un guiño
final a otra gran bailaora, abandona el escenario con los 'brazos
de avioneta' popularizados por Manuela Carrasco. El público
enloquece y exige bis. Eva sale con los cantaores y baila sobria
y controladamente por bulerías muy ralentizadas a palo seco,
y elegantemente abandona el escenario con su séquito. Salimos
del teatro bien despachaditos después del todo.
La noche se completó en pleno barrio Santiago (pasando por
el busto de Terremoto y la pescadería Zambo) en la peña
Sordera con la actuación de dos jóvenes cantaores,
El Quini y Manuel de Tañé, con el acompañamiento
de José Ignacio Franco.