Ana Morales estrena “la fragilidad”, bailando con el siglo
Ana Morales es una bailarina/bailaora asimétrica y su espectáculo es un trabajo sobre la sonoridad de unas partituras que conmovieron a su madre en la infancia y que ahora parece que rescata de la memoria. Aquí es donde el cronista renuncia a ver más allá de lo que ve. Ana luce una bata asimétrica que recuerda al poeta Lord Byron y a su amiga Mary Shelley la autora de mis bestia favorita: Frankestein. Ana Morales lleva pantalones contemporáneos. Nada de mallas ceñidas al cuerpo. Los materiales bailan con la bailaora o con la bailarina asimétrica.
Madrid es asimétrico. Si paseas desde el barrio del Pilar hasta la estación de Paco de Lucía, pasas de los rascacielos donde se junta la clase obrera, a los que se construyeron para los periodistas (y lo llamaron ciudad). Entras en Mirasierra con chalets de ayer, hoy y de mañana. El lujo también es asimétrico, como los arquitectos. En la estación de Cercanías no hay un mural del guitarrista, para verlo hay que ir en Metro. Cruzas Madrid y te bajas en Vallecas, desde el andén ves un monumento a la libertad de elección -¿una urna?- Nananai. El panorama que se ve de la villa de Vallecas son construcciones modernas y dos carteles bien iluminados, el primero dice Burger King, el segundo Macdonalds. Son asimétricos así que puedes recoger tu comida desde el coche. Algunos lo llaman comida basura cuando es el mejor ejemplo de la libertad… etcétera.
Parece otra ciudad, ves carteles de conciertos de salsa o de bachata. El mejor de todos es el de la entrada del centro cultural Pilar Miró, dice “Locamente” sobre los rostros de Las Grecas, dentro Ana Morales baila asimetrías contemporáneas sobre la música del pianista José Carra que parece que está en el periodo de entreguerras, los locos años 20, el surrealismo y dadá, Falla o Debussy…. No se vislumbra a Lorca, Novedad. Ana lee versos con la voz entrecortada por el esfuerzo. Dice que cualquier noche puede salir el sol. ¿Sonará Sisa?, la melodía nos lleva a Mocedades. En realidad “el Intermedio” de una zarzuela de 1924 llamada “La leyenda del beso” a la que luego pusieron letra “Amor de hombre”. Ana baila con el mantón de Manila que venía de la china-na-ná, mi mente asimétrica me lleva hasta la soleá del mantón de Blanca del Rey. La Morales no baila flamenco aquí porque el pianista está recreando la zarzuela con aire de pasodoble. El que baila, muy flamenco, es el mantón.
Ana Morales es premio nacional de danza 2022 pero aquí parece que renuncia al flamenco. Estás pensando en esas cuando cambia la música y suena a un fox-trot y aparecen los tacones y el sujetador. La elegancia de las escenas anteriores dan paso a una pulsión que no alcanzamos a identificar. Sus tacones se han vuelto electrónicos y flamencos por el camino de una mesa de efectos que el pianista manipula discretamente. Ana acaba susurrando dentro del piano. El arte sale triunfante y descaradamente asimétrico.
Un rato después te pones como las Grecas en el Set que han montado. Miras la foto y se me ha quedado la cara de Umbral, o sea, mala cara.
De vuelta a casa coges el tren de los domingos asimétricos junto a la misma multitud en los mismo lugares en que explotaron diez bombas hace 20 años un 11 de Marzo. 193 muertos y más de 2000 heridos. 10 bombas en cuatro trenes que hicieron explosión en Santa Eugenia, El Pozo, Calle Tellez y Atocha. Madrid me mata y me he pillado un catarro asimétrico.
Fotografías & vídeo @manjavacas.flamenco