Domingo, 6 de noviembre, 2005.
2100h. Teatro Villamarta, Jerez de la Frontera (Cádiz)
Baile: Mayumi
Kagita “Mami”, Hiroki Sato “Hiro”, Yoshio
Yano, Mamiko Kashiwa, Yumi Gon, Yoko Azuma, Tomoko Kudo, Miwake
Tada, Eiko Takagi, Sanshiro Sueki, Nobuyushi Nakane. Cante:
Antonio Malena, Mateo Soleá, Manuel Malena. Guitarra:
Santiago Moreno, Malena Hijo, Curro de Jerez. Palmas: Luis de
la Tota, Violín: Alexis Lefevre. Dirección y coreografía:
Hiroki Sato “Hiro” y Mayumi Kagita “Mami”.
Dirección artística: Antonio Malena.
Texto:
Estela Zatania
Fotos: Compañía de Mami y Hiro
“Tiene mucho mérito”. Es una frase
retorcida que suele decirse en situaciones puntuales. Como
por ejemplo cuando un grupo de japoneses entrega su energía,
tiempo, recursos y las mejores intenciones del mundo a una
misión tan admirable como imposible.
Ya de entrada era inevitable que una compañía
japonesa de baile flamenco suscitara más morbo que
auténtico interés por parte de los jerezanos,
pero entre que era domingo y también había partido,
el Teatro Villamarta no se llenó ni a la mitad, siendo
el mayor perdedor la Asociación de familiares de enfermos
de Alzheimers “La Merced” en cuyo beneficio se
daba la función.
El baile de inspiración
aguanta la atención, el de ensayo cansa
El espectáculo 'Del sol naciente al compás
de Jerez' se estrenó en Japón en el año
2004 y obtuvo el primer premio en la categoría de baile
del Festival Artístico organizado por el Ministerio
de Cultura de aquel país. Es un trabajo digno y bien
currado dentro de los fallos que puede tener cualquier compañía
española, y que tiene este espectáculo. Este
tipo de presentación ya se podría clasificar
como “flamenco global”, no por fusionada, porque
es rigurosamente tradicional, sino porque es un estilo que
sale de academia y de estudios de ensayo. No es necesario
ser foráneo para carecer de vivencias, entonces tanto
da haberse formado en Madrid que en Tokyo.
El primer número es un baile de la Mayumi, “Mami”,
por siguiriyas, con palillos y bata de cola, dos elementos
del flamenco teatral en vías de extinción. Antonio
Malena, cantaor y director artístico, pone orden con
su cante y aporta un sabor a lo auténtico. La bailaora
tiene una columna vertebral ultra flexible y realiza contorsiones
sorprendentes y poco aptas. Faltan los silencios. Anzonini
del Puerto lo dijo, lo más difícil en el baile
flamenco es estarse quieto.
La soleá por bulería del Hiroki, el principal
masculino, es bastante más convincente. Su estilo es
farruquitero y su compás sabe a auténtico. Tiene
el valor de sonreír – pocos bailaores logran
hacerlo sin que resulte cómico – y hay una sensibilidad
francamente andaluza.
A continuación, un solo respetable de cante por taranto
por Mateo Soleá y a partir de este momento es el cante
y el compás de quiénes lo llevan que da forma
a unos bailes mediocres en ejecución y coreografía.
El cuerpo de baile masculino se defiende bastante mejor que
el femenino, pero también hemos visto cosas peores
en grupos nacionales y andaluzas, todo hay que decirlo.
Anzonini del Puerto lo dijo, lo
más difícil en el baile flamenco es estarse
quieto.
Hay una especie de fin de fiesta en medio del espectáculo,
y un baile larguísimo por serranas del Hiro, esta vez
menos sabroso. El baile de inspiración aguanta la atención,
el de ensayo cansa. Aceleraciones y paradas a la antigua y
mucho efectismo para el final con el cante de María
Borrico.
Tonás y siguiriyas y la cadencia andaluza pide un
descanso que no llega. Fandango por soleá, esa variante
del fandango tan popular hacia finales de la época
del cante bonito y tan injustamente marginada, ahora es bailada
por Mami y queda bien a pesar del estilo gimnástico
de la señora que aporta una sensibilidad japonesa al
flamenco que no tiene por qué chocar.
Tras dos horas de espectáculo llegamos a la escena
final, una curiosa representación de boda con los principales
vestidos de negro y todos cantando por alboreá.
Un espectáculo que tiene mucho, pero muchísimo
mérito.