Arcángel «Estruna» – Reseña & fotos & videos

Arcángel & voces búlgaras

Arcángel & voces búlgaras

Texto: Silvia Cruz Lapeña
Fotos & videos: Rafael Manjavacas

Arcángel con las Nuevas Voces Búlgaras Laletata. Dir. coro: Georgi Petkov, Guitarra flamenca: Dani de Morón, guitarra acústica Antonio Forcione, Contrabajo: Yelsi Heredia, persusión: Agustín Diassera

Un creador desobediente

Estruna, el espectáculo que presentó Arcángel el 24 de junio en la Suma Flamenca de Madrid y del que había dado más de cuatro pinceladas en La Noche Blanca del Flamenco de Córdoba dos días antes, quería ser un viaje de ida y vuelta por la cultura popular búlgara y el flamenco. Estruna, rezaba la presentación del show, “es el río en el que fluye el agua de dos tradiciones” y aunque hubo un delicioso coro de voces búlgaras y letras de aquélla y de esta tierra, lo que se vio en el escenario fue el proceso de maduración, en directo, de un ser humano. 

Arcángel se dejó dirigir y cantó temas del folklore búlgaro pero donde se mostró enorme fue por fandangos y en una nana susurrada que demostró por donde iba a ir la cosa. Estas palabras de Félix Grande describen perfectamente lo que hizo el onubense: 

 “… la actitud que conforma a un artista: el reconocimiento de lo alcanzado por sus antecesores –en ocasiones el deslumbramiento ante su obra- y la desobediencia, contra ellos si fuera necesario, y siempre contra el conformismo, ese pegamento que tiende a inmovilizar lo que hace al arte temporal y comunitario: el espíritu de aventura.”

Y es que Arcángel admiró a Morente, a Camarón y a todo el que quiso, pero fue él. Se atrevió con Bulgaria porque Enrique ya lo había hecho, pero cogió el motivo y lo amasó a su manera con una mezcla de desobediencia y respeto bien calibrada. Se fue engrandeciendo, fue sintiéndose cómodo, como si en un momento determinado hubiera sentido, finalmente, que había acertado. Se sintió en casa, cada vez más padre y hermano y menos hijo a pesar de llevar tatuado en el chaleco el nombre del de Granada. Ejecutó La aurora de Nueva York casi temblando pero al acabar era un hombre entero y férreo capaz de mirar al futuro casi tan bien como mira atrás.

Contó con alguien que conoció bien a Morente para dirigir el invento, Georgi Petkov, pero como buen aventurero, se hizo acompañar de quien quiso y eligió bien. Antonio Forcione fue avasallador con la guitarra acústica y casi sin moverse del asiento, arrancó cien oles con su punch jazzístico y su “Alhambra”, tema de largo recorrido musical; Agustín Diassera demostró que la dulzura se puede demostrar a golpes, suaves, tiernos y precisos, claro; el coro de voces búlgaras retó al onubense en afinación, lance del que salió airoso gracias a su voz recuperada y capaz; Yelsi Heredia tocó pero también bailó con su contrabajo de puro gozo y Dani de Morón… Dani de Morón ejerció de hermano orgulloso, y con su sonrisa como termómetro, iba dando la medida del crecimiento de Arcángel. Disfrutó y tocó con ganas locas de acompañar al cantaor en su valentía, acertó en todas sus decisiones, y de haber sido Arcángel un Quijote, Dani habría sido un perfecto Sancho Panza. 

El onubense se atrevió con La leyenda del tiempo para terminar y el público se alzó de los asientos. Esa letra y esos tonos son de Camarón y puestos en otras bocas pueden sonar a herejía. No fue el caso de Arcángel, que cogió el tema y lo cubrió de Huelva. Susurró algunas notas como si fuera un heredero pero alzó la voz con la rotundidad de un padre, haciéndose pasar por vástago quien ya es un creador desobediente. 

 

 

 


Arcángel & voces búlgaras

 

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