Texto: José Manuel Gómez «Gufi»
Fotos & video: Rafael Manjavacas
Antonio Rey – Manuel Urbina (2ª guitarra), Saúl Quirós (cante), Bandolero (percusión)
I Festival Flamenco de Club – Café Berlín 24/11/2017
Cuenta la leyenda que en la galaxia flamenca existe un planeta llamado guitarra. Comentan las mismas fuentes que ese planeta ni tiene forma de guitarra, ni se le parece. Los viejos afirman que comenzó a llamarse así por Pepe Habichuela que dijo un día que “la guitarra hay que tocarla todos los días, que si no, se te comen las moscas”.
Existen en el planeta guitarra unas moscas muy feroces y dañinas que atacan a todo ser humano que ven con las manos quietas. Los lugareños intentaron resolver el problema metiéndose las manos en los bolsillos. Mala idea. Hoy en el planeta guitarra nadie lleva bolsillos, por si las idem.
Las moscas enfurecieron incluso cuando un sabio, Morente para más señas, ideó la estratagema de colocar un plato con manos de cerdo para entretenerlas. En unas semanas las moscas aprendieron a distinguir a los humanos de los cerdos y algunas sutilezas del lenguaje como que hay callos para comer y callos por currar.
Los habitantes del planeta decidieron que todos los habitantes serían guitarristas. Proclamaron a un tal Paco como Dios absoluto, hicieron peregrinaciones a su lugar de nacimiento la Bahía de Algeciras y proclamaron profetas y arcángeles a diestro y siniestro. En el otro lado del planeta los habitantes, apodados “guiris”, resolvieron proclamar a un Tal Farlow como deidad (el chiste lo pillarán los aficionados al jazz) aunque hay peleas internas derivadas de una secta que reivindica al que dicen “la mano lenta”, sus seguidores han llenado las tapias con un graffitti que reza: “Clapton es Dios”.
UN REY EN EL BERLIN
En el planeta guitarra destaca Antonio Rey, fiel creyente en Paco y sus falsetas y en los diversos apóstoles y así se presentó en el café Berlín de Madrid la noche del viernes y fue empezar a tocar y no oírse ni una mosca.
Presentaba nuevo disco “Two parts of me” que en el idioma de los guiris significa “dos partes de mí” que son unas bulerías que ha grabado con el bajista camerunés Richard Bona y el compás de los Makarines. Pero antes de eso Antonio sale al escenario solo y, para un momento porque se le ha desafinado una cuerda; a la segunda afina sin dejar de tocar, como si estuviera en casa. En ese disco rinde tributo a Vicente Amigo, al que le dedica “Idolo”; A Moraito al que trata de compadre; y al maestro Rafael Riqueni. Un rasgo de valentía ese de reconocer los méritos ajenos, antes de proclamar los propios.
Antonio Rey es un virtuoso pero sabe que lo fundamental es encontrar su camino, demostrar rasgos de personalidad, ahora reconoce que no le importa fallar una nota. No le importa que esa nota baile en la cuerda floja si así le satisface la obra entera.
Antes del descanso aparece un escudero con guitarra, Manuel Urbina, y nos dejan claro que estos habitantes de este planeta son todos extraterrestres buscando la belleza entre seis cuerdas encajadas en un trozo de madera. En las percusiones está Bandolero porque la música de Antonio Rey se multiplica con el ritmo. Rey presenta a un cantaor que es compañero de fatigas, Saúl Quirós canta por fandangos y se pone de pié para cantar por bulerías. Y para la última patada llama a los colegas del gremio y aparece Juan Diego que está en Madrid con el grupo de Guillermo McGill y la fiesta crece con el compás y Antonio cede su guitarra al compañero de Jerez para darle aire a las palmas.
Sin noticias de las moscas.
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