Guitarra: Antonio Rey. Palmas y coros: Los Makarines. Percusión: Ané Carrasco. Lugar: Museo de la Atalaya de Jerez. XXV Festival de Jerez. Fecha: Viernes, 7 de mayo. Aforo: un tercio.
Galeria fotográfica Ana Palma
La guitarra de Antonio Rey desprende radiantes destellos como los que nos cegaban los ojos justo antes de entrar al concierto en la soleada y calurosa tarde de este viernes en Jerez. Su música es tan luminosa y placentera que nos entra ganas de levantarnos y ponernos a su vera, aunque sea para acompañar.
Como comentábamos a la salida, el jerezano se aleja de esa imagen del guitarrista sufriente y se muestra seguro y sereno, mirando al público con confianza y soltura. Quizás, porque, como él mismo admitió, “tenía muchas ganas de volver a subirme al escenario y tocar para vosotros, no sólo para mi mujer que la tengo cansada”, bromeó.
El caso es que, salvados los primeros minutos de cierto exceso de reverb y un sonido demasiado metálico, Rey regaló un exquisito concierto donde se volvió a posicionar como el artista virtuoso y creativo que es y reivindicó la capacidad de la guitarra flamenca para transmitir todas las emociones. Así, nos llevó en volandas por un rico repertorio de alegrías, tangos, bulerías, fandango, farruca, baladas… en el que disfrutamos de la contundencia de su toque, de la velocidad de sus manos, de sus potentes picados y de sus infinitos recursos. Porque en el frenesí armónico y las emotivas melodías que componen este ‘Flamenco sin fronteras’ (Grammy Latino al mejor álbum flamenco) el artista propone todo un universo en el que su mano izquierda sueña otros territorios sonoros y su mano derecha (¡qué mano!) va imprimiendo flamencura.
Como decimos, con la guitarra cercana y amable del jerezano, y con la estimulante percusión de Ané Carrasco, las palmas elegantes de Los Macarines y la emotiva colaboración de su padre a la guitarra, recordamos nuevos motivos para ser felices.