ANTONIO CANALES
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Dime con quién andas… Texto: Pablo San Nicasio Ramos Antonio Canales será lo que uno quiera, bueno o malo, innovador, ecléctico, auténtico, puro o pura apariencia… pero listo es un rato. No le van a decir al sevillano a estas alturas de la vida lo que hay que hacer para llevarse el gato al agua o la gente al bolsillo. Y no seré yo el que me rasgue camisas y demás prendas, que para eso están otros. Si a él le van bien la polémica, los medios, las operaciones triunfo y las cosas así será porque sabe moverse en esa selva, y si encima se sube al escenario, da tres paseos y deja a todos contentos… pues ole. Lo dicho, se iniciaron las comparecencias de baile en Sabatini con el espectáculo que propuso Antonio Canales. Siendo él más bien el cabeza de cartel y sobre todo el reclamo para atraer al público, porque, visto lo visto, el callo le salió más a los otros. Desde el principio la cosa pintaba rara porque el cuadro que ponía en el programa no era tal y se nutrió al final más bien del grupo de músicos que van con Tomatito y el del incorporado a última hora, Jesús de Rosario, guitarrista que merece capítulo aparte. Mucha gente, entre cantaores, percusiones y guitarras. Además, a Canales venían a acompañarle al baile Amador Rojas y Mónica Fernández. Es decir, teníamos lo mejor de la gitanería de Caño Roto y mucha estética fashion flamenca. Todos de blanco inmaculado por si las moscas, que las había. Se trataba de decorar mucho aquello y tener todos los huecos cubiertos. La noche se movió entre el “musical gitano” de nuevo cuño, basado en los toques y cantes de compás a tres tiempos (soleá por bulerías, algo de siguiriya, alegrías y toneladas de bulerías) y las perlas, que también, como las moscas, hubo. Joyas en forma de farruca monumental interpretada por Amador Rojas (fue el rey indiscutible de la noche) alegrías y guajira de Monica Fernández, y bulerías para la guitarra de Jesús de Rosario. Personaje este que cargó con la creación musical de todo el espectáculo y cuya importancia va creciendo más y más con el tiempo. Ojo a este tocaor porque su cabecita no esta parada y sigue dando alegrías al flamenco. Su mencionado número con la bajañí, a alguno que yo me sé no se le olvidará fácilmente. Canales intervino en tres momentos, con su baile afectado tan característico, sin apenas gestualidad más allá de la que lleva siempre consigo, una mezcla entre el “buen rollito” y la espontaneidad, como si estuviera andando por mi barrio, que es Carabanchel. Con muchos pies pero apenas brazos, con mucha alegría sí, pero casi siempre por bulerías. Finalizó agradeciendo al público el recibimiento, sobre todo al final. “Gracias Madrid, que aquí nací y aquí me voy a morir”. Lo bueno de Canales es que siempre da sitio a muchos artistas que empiezan y todos cogen vuelo gracias al hecho de estar en su compañía y regazo. Empiezan a sonar y él se deja querer. La labor en este sentido de artistas como el sevillano, sin duda, es gratificante para saber lo que viene pegando. Que es mucho y muy fuerte. Y es larguísima la lista de figuras actuales que han estado en su furgoneta de bolos, lo cual de nuevo dice mucho del ojo de Antonio.
Programación 'Flamenco en los Jardines de Sabatini' de los Veranos de la Villa
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