FLAMENCO VIENE DEL SUR Antonio Canales “Bailaor” Martes, 13 de febrero, 2007. Teatro Central, Sevilla. |
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¿SE SABE ALGO? Rubén Gutiérrez Baile: Antonio Canales, Adela Campallo, Oscar de los Reyes. Cante y palmas: Rafael de Utrera, José Antonio Núñez “El Pulga”, David Sánchez “El Gallo”. Guitarra: Juan Campallo, Paco Iglesias. Percusión: José Carrasco, Antonio Gómez. Hace unos años el investigador y poeta José Luis Ortiz Nuevo sorprendió al mundo de la flamencología con una obra que llevaba por título el mismo que esta reseña. Desde un punto de vistacientífico y objetivo, destapó la etapa hermética del cante sevillano con un vaciado de la prensa hispalense del siglo XIX, que puso de manifiesto muchas verdades, entre ellas la ignorancia que se poseía del arte flamenco. Este estudio debe ser eternamente continuado, pues de falsos mitos vive el hombre. Antonio Canales se ha labrado una fama a lo largo de estos años que él mismo puso en duda anoche en el Teatro Central. Según se desprende del programa de mano, y por él rubricado, esta nueva producción se resume en “He querido construir este espectáculo a partir de las vivencias como bailaor que con los años se han ido depositando en mí. Con la raíz trianera que plantaron desde niño mis pies y la frente abierta hacia el universo”.
Pues si anoche hubiese sido una revalida de su carrera como bailaor, hubiese suspendido con creces. Un espectáculo áspero, tosco, ruidoso, insulso, desafortunado. Creo que la cantidad de decibelios con los que se conviven hoy en día en Sevilla ha sido la única inspiración para crear este montaje, pues si Cagancho levantase la cabeza no reconocería a Triana por ningún lado. Tampoco el elenco que le acompañaba brilló a gran altura, aunque,sí debemos destacar el baile de Adela Campallo, una soleá por bulerías en la que sí supo conjugar el arte de los patios de vecinos trianeros con los pasos de los bailes de negros que hace unos cuantos siglos se apostaron a ese lado del río. El juego de sus hombros y brazos, junto con el poderío de sus taconeos, sí nos evocaron ancestrales imágenes que hoy en día solo son posibles apreciar en grabaciones audiovisuales en blanco y negro. Fuerza y sensualidad son el yin y el yang del flamenco, un equilibrio de caracteres que hacen de este arte una conjunción de sensaciones. Por lo demás el programa indicaba una serie de números que no se ejecutaron en el orden establecido, donde no hubo ningún atisbo de coreografía, y sencillamente se exhibieron una serie de pasos que ya están muy vistos en la obra de Canales. Comenzó por jaleos junto con los otros bailaores y el resto de la troupe, pero el ritmo endiablado que adquirió este estilo perduró toda la noche. Una serie de patadas y paseíllos efectistas para arrancar el aplauso fácil del público. No obstante, debemos distinguir que no todos los asistentes mostraron la misma predisposición hacia el hecho de gratificar al bailaor con la sentencia de sus palmas. Entre el respetable, que por cierto llenaba la sala, hubo una clara segregación entre aficionados sevillanos y extranjeros. Los foráneos ovacionaron profusamente a Canales, pero los locales no mostraron la misma actitud. Con esta premisa, se pone nuevamente de manifiesto el silogismo de que al aficionado extranjero no le termina de gustar el flamenco, entendido como cante y toque, mientras que demuestran devoción por el baile, y cuanto más ruido mejor. Por un instante me vino a la mente un baile de Milagros Mengíbar, por Mineras que tuve el placer de degustar en La Unión (Murcia) y no había ningún foráneo, eso sí, todos los allí convocados aplaudimos a rabiar. Fuerza y sensualidad son el yin y el yang del flamenco, un equilibrio de caracteres que hacen de este arte una conjunción de sensaciones.Pues anoche la soleá y la seguiriya de Canales y el supuesto mirabrás de su sobrino Oscar de los Reyes fueron prácticamente lo mismo. Nunca he visto a un cantaor sufrir tanto como el gran Rafael de Utrera cantando por seguiriyas a un ritmo más propio del clímax de la novena sinfonía de Beethoven. El Pulga y El Gallo tampoco tuvieron su noche, es más , el de Morón hizo gala de su apodo en más de una ocasión. Y las guitarras, y la percusión, qué decir de ellas, todavía estoy dudando si eran las obras del metro de Sevilla u otra replica del terremoto que el otro día sentimos en la capital andaluza. Perdonen por mi ignorancia, pero cada día sé menos de flamenco, y más aún con espectáculos como este.
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