Texto: Estela Zatania
Fotos: Ana Palma
Martes, 23 de febrero, 2016. Teatro Villamarta, 2100h, Jerez de la Frontera
Especial XX Festival de Jerez – Toda la información
A las siete de la tarde del martes en el Festival de Jerez, en la Sala Compañía, el Taller Flamenco ofreció un sentido homenaje a Oliver Farke, que nos dejó prematuramente el año pasado, y fue director y fundador de la revista alemana «¡Anda!», especializada en flamenco. En el espectáculo de Felipe Mato, titulado «¡Anda!, Homenaje a Oliver Farke«, han participado en baile el mismo Felipe Mato con Gema Moneo, los cantaores Moi de Morón y el Londro acompañados por el guitarrista Dani de Morón.
CUÁNTO MÁS CAMBIAN LAS COSAS, MÁS SE QUEDAN IGUAL
Baile: Andrés Peña, Pilar Ogalla. Cante: Miguel Soto «Londro», David Carpio, Melchora Ortega, May Fernández. Guitarra: Rafael Rodríguez. Palmas: Diego Montoya, Roberto Jaén. Dirección artística y coreográfica: Andrés Peña, Pilar Ogalla. Dirección escénica, guión: Faustino Núñez, Andrés Peña, Pilar Ogalla.
Saliendo del teatro Villamarta anoche, después de ver la obra «De sepia y oro», una señora me comentó «¡qué espectáculo tan original!» Lo cual me dejó perpleja. Le respondí que había sido «flamenco de toda la vida», pero claro, hoy en día con tanta obra vanguardista y «arriesgada», el flamenco clásico se ha convertido en novedoso. Un género tan grande se renueva con el reciclaje.
Porque este trabajo de la consolidada pareja de Andrés Peña y Pilar Ogalla, es una celebración del flamenco clásico con formas actualizadas, elegante iluminación, transiciones limpias y buena amplificación entre otros elementos. También hay un respeto admirable por las formas de antes, a saber: los cantaores y palmeros visten de traje o chaqueta, y los saludos están coreografiados. En general, un respeto por el oficio.
La primera estampa es un repaso antológico por las cantiñas en formato de cuadro tradicional, con el excelente cante de David Carpio y el Londro. May Fernández de Cádiz, es un portento de cantaora, energía a la gaditana, y la jerezana Melchora Ortega defiende Jerez igualmente bien. Un banquete de flamencura sin miramientos, con luz, color, lunares y flores en el pelo.
Destacable, una hermosa farruca con cante, bailada en pareja con Pilar vestida de pantalón, una composición de fragmentos de diversos cantes con las cuatro voces solapándose al final y la antigua rumba de la Chamelona, de antes de que la catalana arrasara. May Fernandez despacha un tanguillo rap a lo Lola Flores/Cornejo que a su vez, da la entrada a Pilar, vestida de rojo y con sombrero cordobés, para un clásico baile de tanguillo, recordando a Rosario, la de Antonio, que se transforma en guajira antigua en la voz del Londro.
Andrés y Pilar siempre han defendido el baile de pareja, incluso cuando se había dejado de llevar. Compenetrados, bailan juntos pero no calcados, se comunican y dialogan. Andrés en solitario es un paquete compacto de energía que despacha de forma eficaz en los tientos con tangos, y Pilar rezuma elegancia flamenca por soleá con el cante de David Carpio.
Y el mejor de los tocaores para la ocasión. Rafael Rodríguez alcanza la meta flamenca sin armonías contemporáneas, recordando y mimando lo mejor de Sabicas, Diego del Gastor, Ricardo y otros clásicos que nunca pasan de moda. Sabor antiguo, no anticuado.
Y la gente me dice que «no se ha perdido nada en el flamenco». A paso lento pero seguro, la pareja Peña y Ogalla ayuda a que así sea.