Andrés Marín «Carta Blanca» – Festival Flamenco de Nimes

Andres Marín - Carta Blanca - Nimes

Andres Marín - Carta Blanca - Nimes

Texto: Estela Zatania
Fotos: Jean Louis Duzert

Martes, 19 de enero, 2016. 20h. Teatro Bernadette Lafont, Nimes (Francia)

El milagro del Festival de Nimes

Nuevamente esta bella ciudad en el sur de Francia ha logrado organizar su espectacular evento flamenco anual.  El año pasado, en este mismo festival, vimos que el flamenco francés tiene vida propia que no depende de España, que no es imitación ni «querer ser», sino pasión y personalidad auténticas y autóctonas.  Entonces, es un festival sin complejos, sin mayor objetivo que el de revolcarse en el arte jondo y saborearlo en todas sus vertientes y tendencias.  Con exquisito criterio, la organización ha compuesto una vez más un variado programa de alta calidad para un público entendido y siempre agradecido.  Además de un amplio menú de actuaciones de pequeño y gran formato, la oferta incluye proyecciones, exhibiciones y conferencias por destacados expertos.

El viernes y sábado, el Ballet Flamenco de Andalucía abrió el certamen con su obra «En la memoria del cante: 1922» bajo de la dirección de Rafaela Carrasco.  El sábado, la cantaora granadina Gema Caballero, con Javier Patino a la guitarra, ofreció su recital acústico en el Institut Emmanuel Alzon, y el domingo, Verónica Vallecillo dialogó con el violonchelista Raphaël Perraud en su original creación «Bach Flamenco».

El domingo, Vicente, Enrique y José Soto, los tres hermanos «Sordera», y un sobrino, Maloko, defendieron su admirable estirpe en el auditorio Paloma, acompañados a la guitarra por Manuel Valencia y Miguel Salado, con su espectáculo «Los Sordera: ortodoxia y vanguardia».  El día siguiente, en el mismo escenario, el sorprendente Miguel de Tena, cantaor extremeño con voz agridulce de Vallejo cuyo repertorio conoce tan bien, puso en pie al numeroso público.  Acompañado a la guitarra por Francisco Pinto, posee la dulzura de los antiguos y el decir poderoso de su juventud

Según el diccionario de María Moliner, «carta blanca» es: «autorización que se concede a alguien para obrar en un asunto según su propio criterio».  Es, probablemente la definición más acertada y concisa de la persona artística del sevillano bailaor Andrés Marín, además de ser el título de su obra más reciente presentada anoche en el Théâtre Bernadette Lafont de Nimes.  

Barquitos de papel por el suelo indicaron el camino a Marinlandia, un lugar donde el arte jondo admite todas las posibilidades en el mundo onírico de Andrés Marín.  Y ahí radica su mayor fuerza. Por muy experimental y sorprendente que sea el trabajo de este artista, el cante y el compás nunca están lejos para anclarnos en la materia.  Es una perspectiva que nos obliga a ver y escuchar el flamenco con ojos y oídos vírgenes, sin prejuicios de pureza o impureza.  

Desde la primera soleá con acompañamiento «heavy», entras en este mundo interior de la mente de Marín que reivindica el flamenco como herramienta para construir y exponer sus propios conceptos.  Ayuda enormemente el impecable atrás.  En el cante, Segundo Falcón y José Valencia se complementan perfectamente, haciendo uso de sus largos conocimientos.  Raúl Cantizano a la guitarra eléctrica y la zanfoña, pone música y efectos geniales.  Salvador Gutiérrez maneja la difícil tarea de poner guitarra a una obra poco ortodoxa, y nos sorprende con su bellísima música.  Daniel Suárez a la percusión y Javier Trigos al clarinete completan la excelente plantilla.

«Carta Blanca» es una obra vanguardista apta para todos los públicos gracias al fuerte hilo flamenco que cose elementos y fragmentos tan diversos como soleá, pregón, cante minero, los cuatro muleros, Debussy, bulerías o abandolao, una fascinante siguiriya, la elegante caña de Falcón, una magnífica farruca, y los inevitables toques de humor que siempre salpican el trabajo de este genial bailaor.

 

 

 

 


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