Texto: Sara Arguijo
Fotos: Remedios Málvarez
Ana Morales presenta «Callejón del Agua» en los Jueves Flamencos de Cajasol de Sevilla. 6/11/2014
TÍTULO ‘Callejón del agua’ Lugar: Sala Joaquín Turina. Sevilla Ciclo Jueves Flamencos de Cajasol Elenco Baile, coreografía y dirección: Ana Morales Cante: Juan José Amador y Miguel Ortega Guitarra: Jesús Guerrero Percusión: Jorge Pérez ‘El cubano’
Ana Morales, el baile de la conciencia
El ‘Callejón del agua’ en Sevilla desemboca en la calle Vida y bordea parte de la muralla que en otro tiempo marcaba los límites de la ciudad y que ahora, sin embargo, se pierde en los amplios horizontes que la urbe ofrece. Desde luego, la bailaora Ana Morales no podría haber encontrado mejor título para el espectáculo que ha presentado en el ciclo de los Jueves Flamencos de Cajasol, donde no sólo camina por su propia experiencia vital y artística sino que circula por los vericuetos del universo flamenco desde los intramuros hasta las afueras y viceversa.
La grandeza de esta bailaora catalana, que venía de triunfar en la Bienal por su actuación como artista invitada en el espectáculo de Esperanza Fernández y por su papel como primera figura del Ballet Flamenco de Andalucía, está precisamente en encontrar los laberintos donde perderse. En tener conciencia sobre sí misma y haber perdido el miedo a sentirse vulnerable.
Ana Morales ha aprendido a defender su baile regio, firme, disciplinado, sobrio y técnicamente perfecto porque sabe que ahí está su verdad y porque ahí es donde se reconoce. Y es desde este punto desde donde se acerca al espectador y le hace partícipe de su propia búsqueda.
En este sentido, ‘Callejón del agua’ era un recopilatorio de algunos de los momentos que le han marcado como bailaora. El zapateado de su primer espectáculo ‘Sandalia y tacón’, el taranto con el que ganó el Desplante de La Unión, las cantiñas con la que ha crecido en Los Gallos y la soleá de su ‘Reciclarte’. Pero, en realidad, fue el contexto perfecto para reconciliarse con su personalidad artística.
Un baile oscuro, impenetrable y exigente que la mantiene en alerta continua. Una actitud que busca la tensión. Un juego de espacios y de movimientos que no olvidan ninguna parte del cuerpo. Giros exactos, poses distintas, pies imposibles, medidos desplantes. Un concepto y una enseñanza detrás de cada coreografía. Y un atrás soberbio con las voces de Juan José Amador y Miguel Ortega -que cada vez canta mejor-, la guitarra de Jesús Guerrero y la percusión de Jorge Pérez ‘El Cubano’.
Es verdad que quien sólo vea belleza en la mesura o la sutileza pensará que a Morales aún le queda mucho por aprender porque, de momento, no está dispuesta a ofrecer tregua ni respiro.