Aire y soniquete jerezano por el Valle de Rodalquilar

Diego del Morao - foto José María Vilches

Diego del Morao - foto José María Vilches

FESTIVAL FLAMENCO 340, VIERNES 6 Y SÁBADO 7 DE SEPTIEMBRE.

Norberto Torres Cortés

Como cada final de verano, hemos vuelto a vivir la experiencia singular e inolvidable, asistir al festival flamenco 340 de Rodalquilar (Almería). Una cita que se consolida como modelo de festival flamenco alternativo, por varios motivos. Primero el lugar, uno de los más bellos del parque natural de Cabo de Gata, el Eden de la escritora Carmen de Burgos, antiguo pueblo minero reconvertido en aldea-museo cosmopolita de pintura al aire libre, muy cerquita del Mediterráneo. Luego por integrar cultura documental (proyección de película) y participación del público (mesa redonda). Este año la invitada a esta forma urbana de acto cultural era la castiza Paquera de Jerez, con la proyección del documental “Por Oriente sale el sol: la Paquera de Jerez en Tokio” de Fernando González Caballos el viernes 6 de septiembre. Ver a la Paquera en pantalla desde Tokio en la sala multiusos Carmen de Burgos, espacio rodeado de multicolores murales multitemáticos, no dejaba de tener cierta poesía simbólica sobre dos flamencas bien puestas del siglo XX. El formato universitario de cine fórum al estilo del madrileño San Juan Evangelista, el mítico “Johnny”, fusionaba por un momento la capital española con uno de los espacios rurales más escondidos del país. Maite Jiménez, Carmen Pulpón y el anfitrión Ruben Gutierrez aseguraron el moderno ritual cinéfilo. Por otra parte, tiene este festival el coraje de proponer una alternativa artística al eterno protagonismo del flamenco entendido como cante y solo cante. Programación arriesgada con solo baile y guitarra flamenca en concierto. En este caso la puesta en valor del buen momento del baile hoy en Almería y provincia, con la bailaora de Huércal de Almería Inés de Inés, haciendo patria chica, y Diego del Morao en concierto, una de las sonantas más interesantes del panorama actual, referente hoy de la evolución de la guitarra flamenca “made in Jerez”. Baile y guitarra pues. Una fórmula que parece moderna pero que en el fondo resulta «pura» si se conoce la historia del flamenco almeriense, del gusto de su público, y de los nombres nacidos en esta provincia que tuvieron proyección más allá de lo local y de lo nacional, allá en el siglo XIX.

Inés de Inés – foto José María Vilches
Inés de Inés – foto José María Vilches

Después de la sentida intervención de la joven Inés de Inés que vive un momento dulce en su carrera, emancipándose de su formación académica para encontrar voz artística propia en el baile flamenco de Almería, acompañada por un cuadro donde brillaron la voz de Edu García y el toque de José Bellido, con las manos sudadas y quejándose con gracia de la humedad se sentaba Diego del Morao en el centro del escenario. Recuerdo a Enrique de Melchor y a Pedro Bacán las mismas quejas hace años en el festival flamenco de Almería, a Vicente Amigo recientemente en la plaza de la Catedral ídem de lo mismo. Además del aislamiento, esta provincia semi-desértica es puro sudor levantino de verano, una humedad pegajosa que no suelta los cuerpos ni las manos de los músicos. Diego del Morao dejó claro el por qué es una de las guitarras flamencas de concierto marcando hoy uno de los caminos evolutivos del andaluz instrumento. Y digo andaluz por llevar por bandera el toque de su padre, Moraíto Chico, de su abuelo Juan Morao, de su tío Manuel Morao, de su ciudad Jerez, de su comunidad gitana andaluza. Además de un sonido depuradísimo y de una técnica personal espectacular en ambas manos, tiene la capacidad natural de hacer inteligible, atractivo y muy musical las nuevas y complejas propuestas armónicas y rítmicas del flamenco contemporáneo. Hacer sencillo lo difícil y que llegue al gran público. Casi ná. Inició a solo por taranta, muy templado y con un sonido depuradísimo, flamenco y a la vez limpio, para rematar por bulería, con el apoyo a las percusiones de Carlos Merino. Cambió de guitarra, ambas negras para concierto, “destemplá” previamente para tocar por seguiriya, jonda en el fondo y ligera en el ritmo. Tocar por seguiriya sin recurrir al tempo pastueño del acompañamiento del cante para dar mayor dramatismo, y mantener un compás acelerado a la antigua usanza, uniendo tensión armónica con tensión rítmica, no es baladí. La afinación novedosa en Re que propone Diego del Morao, le permite desarrollar un toque ubicado entre la seguiriya y la serrana, con un acorde de tónica muy modal donde solo suenan dos notas, Re y La, obviando el Fa# que lo ubicaría en lo tonal. A partir de allí ligados rítmicos y mover la mano sobre el mástil para que suenen permanentemente estas dos notas que definen el carácter modal de su composición. En la soleá por bulería “Gañanía” utilizará la afinación de la rondeña de Ramón Montoya, incidiendo de nuevo en la inclinación modal de su toque. La utilización de nuevas afinaciones forma parte del estilo de Diego del Morao y la aplicará después a la tradicional sonoridad por granaína en los tangos “pa Ramón”, bajando la sexta a Do, acompañado por Fernando Carrasco a la segunda guitarra, y la voz de la joven Fania Zarzana. Temita a lo Niña Pastori con toda la panoplia de acordes de bossa nova que se utilizan hoy en los tanguitos, pero que Diego del Morao llena de flamencura por el irresistible soniquete que define también su toque. Siguiendo la huella de su padre que dejó un monumento de toque por bulería con sonoridad levantina, con la “bulería del Chusco” Diego retomará a dos guitarras su legado y con un enorme respeto y buen gusto lo integrará en el toque actual, combinando falsetas propias y de Moraíto Chico, con una sección simulada de improvisación por rumba recordando las maneras de Paco de Lucía, ahora a compás ternario del soniquete jerezano. De nuevo tangos acompañando la voz, esta vez con una sonoridad nueva con el acorde Sib como tónica, y terminará por bulería “Made in Moraíto” como mandan los cánones, con el clásico toque por medio que ha estructurado todo el color modal del toque jerezano, siempre con el irresistible aire de su familia. Llamaban “el brujo de la guitarra” a Javier Molina, pilar fundador del toque jerezano. Ahora con Diego del Morao domina en el toque actual otro brujo, el del soniquete. Jerez está que se sale ahora con la guitarra de concierto.

Diego del Morao – foto José María Vilches
Diego del Morao – foto José María Vilches
Diego del Morao – foto José María Vilches

 

 

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