El pasado sábado 25 de octubre, en el madrileño
Corral de la Pacheca, Manuel de los Santos se reencontró
con sus seguidores madrileños en una actuación
bastante esperada por sus habituales.
A
pesar de lo lluviosa y fría que se presentaba la jornada,
fueron bastantes los que se acercaron pasada la medianoche
del sábado al Corral de la Pacheca para disfrutar de
una nueva convocatoria de «Flamenco circular», siendo
además un local bastante acogedor a todos los niveles
para este tipo de actos. En esta ocasión, le tocaba
el turno a Agujetas de Jerez que, aunque realmente nació
en Rota, por su arte, estilo, y vida se le puede considerar
perfectamente jerezano. Tras una introducción de Antonio
Benamargo, sube al escenario Manuel acompañado del
sevillano Antonio Soto, ganador del Bordón Minero en
el 2002 y Premio Nacional de Córdoba en el 2001. Manuel
se muestra simpático y sonriente, «esta noche
estamos como en familia», reveladora frase en la que
demostraba su buena disposición cantaora.
Tras un primer cante por soleá, hace una pregunta, «¿Yayo, está bien la cosa?».
El Yayo, conocido crítico flamenco de épocas
pasadas que estaba sentado frente a Manuel, respondió
afirmativamente. Posteriormente llegó la primera seguiriya
de la noche, bastante aplaudida, con la cual dio paso a una
tanda de fandangos. A destacar en éstos una bonita
falseta de Antonio Soto basada prácticamente en arpegios
que derivaron en sonoros aplausos. Me hizo recordar una madrugada
de hace algo más de un año en un camión
aparcado en un desierto paraje tarraconense, en la que solo
tenía la compañía de mi walkman, mi libreta,
un bolígrafo, y pocas ganas de dormir; por lo cual
escuché todo un recital del buen tocaor de acompañamiento
sevillano que emitía una de las pocas emisoras de radio
que pude localizar, y difícilmente podré olvidar
el buen arte de éste tocaor. En definitiva, creo que
el nombre de Antonio Soto comenzará a ser bastante
frecuente en los más importantes eventos flamencos.
Unas «bulerías pa escuchar» fue la definición
del propio Manuel a lo que posteriormente se pudo escuchar,
con la cejilla de Antonio en el séptimo traste, cejilla
que posteriormente se fue al segundo para que Manuel volviera
a cantar por seguiriyas.
Tras un descanso, nuevamente cejilla al siete para una tanda
de letras por soleá a la que posteriormente llegaría
otra seguiriya. El Yayo le grita lo bien que le ha parecido
la ejecución seguiriyera a lo que Manuel afirma que
teniendo los mejores amigos de España y esa mujer que
tiene es obvio que lo haga bien. Tanda de tientos (ya se echaba
de menos un poco de variedad de compás, puesto que
hasta el momento todo había sido el mismo o más
lento o más rápido) bastante bien hechos y cerrada
por tangos. Otras «bulerías pa escuchar»
al siete bailadas por Kanako, esposa de Manuel. Para cerrar,
después de anunciar unos fandangos, finalmente decidió
hacer una soleá a petición de un guitarrista
de Morón que se encontraba también en primera
fila para concluir con unos martinetes.
Respecto al arte y el comportamiento en el escenario de Agujetas
hay realmente bastante que decir. Por un lado es cierto que
es un cantaor esencial en el actual panorama flamenco, puesto
que las seguiriyas las hace de un modo ciertamente minimalista.
Es decir, nunca busca efectismos ni el fácil aplauso,
realiza su cante en profundidad y a imitación a viejas
usanzas sin importarle realmente un futuro aplauso que siempre
llega puesto que todo lo bueno termina siendo reconocido.
Con la soleá creo que podría decirse algo parecido,
cuestiones que hacen de Agujetas un cantaor imprescindible
como maestro de presentes generaciones cantaoras.
El único reparo artístico que podría
tener es su exceso de ego, o su personal convicción
de que el flamenco es tan cerrado como lo plantea. Hubo un
desafortunado comentario por su parte al respecto de que «una
silla vieja vale más que diez nuevas», cuando
las cosas realmente vistas de ese modo establecen cierta conducta
absolutista doctrinal. Una silla vieja por lo general es buena,
puesto que ha demostrado su permanencia con el paso del tiempo,
pero Manuel podría recordar que alguna vez en su vida
el también fue «una silla nueva» … y su
arte prácticamente igual de bueno entonces que actualmente.
Es más correcto hacer divisiones entre lo bueno y lo
malo que entre lo antiguo y lo nuevo… Por lo demás,
sus típicos comentarios de aire monárquico y
nacional entran a formar parte como ingredientes de una de
las personalidades más peculiares del flamenco. Esperemos
que pronto podamos volver a ver a éste maestro y disfrutar
de sus cantes, que están bastante por encima de las
ideas que establece entre éstos.