2 de Marzo de 2023 – Museos de la Atalaya
Águeda Saavedra – ‘Venero’
Especial Festival de Jerez – Galería fotográfica
La curiosidad que despertaba Venero desde que se anunció en la programación del Festival lo demuestra que tuviera el papel completo vendido desde hace semanas. Y no sólo por la mera puesta de largo de una clarísima promesa del baile flamenco, sino también porque fue precisamente ayer, el día de su estreno absoluto, cuando recibió el Premio Artista Revelación de la pasada edición del Festival de Jerez. Para más inri, otros dos galardonados (Juan Campallo a Mejor Composición Musical y Pepe de Pura a Mejor Cante de Acompañamiento) forman parte de esta pieza a cuyos mandos en la dirección escénica y artística no está otra que Mercedes de Córdoba.
De Venero destaco, por encima de todo, el tejido de una lealtad propia y la coherencia interna: la mirada integradora con la que Mercedes distribuye con inteligencia sobre la escena unos elementos mínimos pero suficientes y significativos da forma a esta idea llena de símbolos (el agua, el recreo, el timbre, la transformación). Conoce muy bien no sólo a Águeda, cuyo baile ve venir por lo lejitos de la calle, sino también el trabajoso terreno de la construcción de obra. De especial belleza y acierto el detalle de los lazos de colores y ese sol de la infancia para recrear el juego y la inocencia. También lo es elegir a un cantaor que sabe trenzar el cabello. Desde aquí pedimos que alguien nos diga, por favor, dónde aprendió a hacerlo Pepe de Pura.
Otro inteligente recurso fue acudir al agua como sonido a modo de bordón y, especialmente, ese fragmento de suelo hecho con espejos (y que quedó deslucido por cambios de última hora en Atalaya). También lo fue la elección del elenco, con doble aplauso para El Oruco, que subraya una vez más la importancia no siempre reconocida del compás, el jaleo y la percusión corporal en el universo jondo. Qué decir de Juan Campallo, cuya capacidad de creación parece no tener fin, amoldándose con soltura a lo que pide cada proyecto en el que se mete.
La primera propuesta en solitario de la bailaora malagueña resulta una pieza redonda, atractiva y sugerente, con todos los elementos de este tiempo para triunfar (signifique eso lo que signifique). Águeda posee unas destrezas técnicas de las que no se puede dudar y bailó impecablemente por taranto, por alegrías, una siguiriya negruzca y doliente, y majestuosa por soleá. Venero es divertido, es trascendente, es solemne y se sostiene como paso sine qua non en su carrera y, sin embargo, me faltó algo. ¿Acaso una imperfección? Espero que no quede muy raro decir que me hubiera gustado ver algún hilo desanudándose, aunque sólo fuera para comprobar que Águeda Saavedra es, efectivamente, humana.