Texto: Pablo San Nicasio
Fotos & video: Rafael Manjavacas
Los mundos de Málaga
Adrián Santana
“Siempre me pasa lo mismo”
31 de agosto a 3 septiembre. Teatro Pradillo – Madrid.
Baile: Adrián Santana. Guitarra y composición musical: Víctor Márquez “El Tomate”. Violín: Fernando G. Rico. Cante: Gema Caballero y David Carpio. Percusión: Kike Terrón. Palmas y baile: La Popi y Vanesa Coloma
Los mundos de Málaga
El mes de agosto que ya nos dejó ha situado al teatro Pradillo como la última novedad en cuanto a salas flamencas alternativas de la capital. Frente a la pertinaz sequía de espectáculos que se supone estamos condenados a padecer, cerquita del Auditorio Nacional no ha cesado la oferta y ayer saltó al ruedo la de Adrián Santana, “Siempre me pasa lo mismo”.
Obra que compartió premio en su momento con la anteriormente reseñada aquí “De los Rincones” de Guadalupe Torres, y cuya colocación en el calendario y similitud en el formato y músicos hace inevitables las comparaciones. Algo que quizá sea cosa de otro momento.
El malagueño Adrián Santana pone sobre el tapete seis números de irregular metraje donde queda claro siempre su especial devoción por la estética local de su Málaga serrana y costera, de la que salió hace ya bastante para ir subiendo peldaños al lado de muchas y buenas figuras del gremio.
De esquema circular, se anuncia el espectáculo como una exposición de los sentimientos variados que la aún corta vida de Adrián le ha hecho conocer en tres entornos geográficos: el marítimo de su Málaga natal, los espejos de sus comienzos y horas de estudio, y el escenario, donde muestra lo que de verdad siente por el baile. Todo con un trasfondo de duda y desorientación existencial ante el constante regreso al tropiezo de los sentimientos y su contradicción. Algo, ya se sabe, connatural a la especie humana.
Trabajo con un elenco de músicos que anula en parte la figura de Adrián. No porque éste no se muestre a la altura del compromiso, que sí, y de sobra. Sucede que en momentos de especial relevancia solista, por ejemplo al batirse con los pies, tanto jaleo, voz o palmas añaden una neblina incómoda a aquello que el solista quiere ofrecer, no se le oye. De modo que el resultado final es siempre más coral que personal.
Matices sonoros aparte, el eje central de “Siempre me pasa lo mismo” viene marcado por un continuo homenaje al fandango abandolao y sus derivaciones cuasifoclóricas en el flamenco.
Partiendo de una guitarra afinada hasta el final en tono de rondeña, se recopila todo el corolario de estilos y tendencias que muchos dudan todavía en si es o no arte jondo, no es nuestro caso. Todo un mundo, el que abarca Málaga.
Incluso hay más palillos que pies y más cintas que batas de cola. Abundan los panderos y las ruedas de baile, pero se entiende el contexto. Sobre todo teniendo en cuenta el origen del creador.
Lo que no está tan claro es su feliz ensamblaje con un inicio en busca de lo innovador o místico y algunos tiempos muertos que hacer perder el hilo de una narración confusa, en la que se mezclan tonás, verdiales o tanguillos con un criterio, repetimos, difícil de entender y seguir programa en mano.
Sin duda lo mejor resulta el segundo momento de la coreografía, con una magnética e hipnótica visión coral de Adrián con La Popi y Vanesa Coloma, siempre más que presentes en la función.
Sucesión de estilos de complicada semántica y sintáctica pero bien acogidos por el público dada la buena técnica del primer espada y el estupendo trabajo de las voces y el guitarra, Víctor “El Tomate”, al que habría que poner en letras grandes tras todos estos días de intenso trabajo en Pradillo.