José Manuel Gómez Gufi
Fotos: Rafael Manjavacas
«A través de la luz» en el Teatro Fernán Gómez – 16/06/2015
Vallellano & The Royal Gypsy Orchestra.
Flamenco Madrid.
Se estrenó en Madrid. “A través de la luz” una ópera flamenca de Fernando Vacas. Vacas es un productor pop que vive en Córdoba, su trayectoria se sitúa en una esquina iluminada a ratos, donde se permite la experimentación y la osadía. En 2010 impulsó aquel disco de Howe Gelb “Alegrías” con Raimundo Amador en el que participaron Lin Cortés (al que espero que reconozcan los lectores por su deslumbrante disco) y Juan Fernández “Panki” que participó de aquel grupo llamado Cherokee y que ejerce de cerebro junto a La Negra.
Fernando Vacas confiesa que el flamenco le viene de familia pero que él tiró para otro lado, hacia los distorsionadores de sonidos como Sonic Youth (que colaboraron con Enrique Morente en sus experimentos “post-omega”) y Los Pixies (cuya única aventura flamenca conocida es una estupenda portada de uno de sus discos ilustrada con una “bailaora” flamenca).
El retrato de Fernando Vacas se completa con su faceta de descubridor de Russian Red que se convirtió en un gran éxito indie y Prim La la, un delicado proyecto pop que no ha alcanzado tanta notoriedad. Así que llamar a su espectáculo “Opera flamenca” resulta probablemente una provocación histórica.
“A través de la luz” presenta la historia de un hombre que permanece muerto durante 3 minutos y al que consiguen salvar la vida. Así el teatro se inunda de incienso. Los músicos ocupan una esquina del escenario mientras Cristina Pareja canta al baile de Rosario Vacas en un montaje deliberadamente asimétrico que pretende evocar a David Lynch y a Lorca, a Valdelomar y a Julio Romero de Torres… Podemos elegir a Lynch, un cineasta con una narración enigmática que consigue atrapar con las imágenes, la luz y la música. Vacas se quedó corto de recursos por el lado visual. No vimos nada parecido al karaoke de “Blue Velvet”. El baile de Rosario Vacas estaba atrapado en el delirio entre la vida y la muerte, entre el flamenco y lo contemporáneo. Y faltan recursos escénicos y de luces que, por ejemplo, utilizaba Antonio Gades. Ahí es donde uno tiene la impresión de que el teatro Fernán Gómez ha envejecido por dentro.
La gran baza, por tanto, era la música y ahí nos encontramos con el cante de Cristina Pareja abordando diversos palos flamencos con solvencia. Hay algunos pasajes rockeros interesantes (olviden el “Omega” aquí no hay distorsión) y un duelo entre zapatos y percusión electrónica incomprensible para el oído y la vista. No es preciso relatar los desajustes o los desencuentros entre la visión del cronista y la propuesta artística. Es un espectáculo valiente. Lo importante es que al flamenco llegarán más “bárbaros” que lo respetarán y lo transformarán desde dentro y desde fuera. Otro síntoma de que el que parecía muerto está muy vivo. Creo que ese era el mensaje.