50 Festival Internacional del Cante de las Minas – Mayte Martín & Manolo Sanlúcar

Texto: Estela Zatania
Fotos: Rafael Manjavacas

Resumen: 50 Festival Internacional del Cante de las Minas – Mayte Martín & Manolo Sanlúcar

50 Festival Internacional de
Cante de las Minas de La Unión.

Mayte Martín, Manolo Sanlúcar
Sábado, 7 de agosto, 2010. 2300h. La Unión (Cartagena)


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Como dijo el Torta en su último paso por el escenario de las minas, “La Unión hace la fuerza”, y fuerte sigue la cosa en esta celebración del medio siglo que cumple el festival. 

La jornada cultural de sábado incluyó la presentación del libro “4 Esquinas” del unionense Asensio Saez, y una conferencia de Juan Vergillos en la que desglosó diversas impresiones y observaciones relacionadas con Enrique Morente que se encontraba en primera fila, y que recibió a continuación el Castillete de Oro del Festival.

A las once de la noche, un excelente programa doble fue ofrecido en la Catedral de Cante.  Catalana de padre malagueño y madre cartagenera, Mayte Martín no sólo fue Lámpara Minera en 1987 con 22 años, sino que debutó con 12 en este mismo escenario según nos informó el presentador Juan Ramón Lucas.  Una de las figuras más queridas en La Unión, Mayte ha regresado en varias ocasiones desde aquel triunfo. 

Con el magnífico guitarrista Juan Ramón Caro, la cantaora abrió directamente con petenera, exhibiendo la hermosísima sutileza y matización que marcaría todo el recital.  Dedica su cante a la saga de los Fernández de La Unión, Antonio, Encarnación y Rosendo, y se mete por malagueñas, las de Peñaranda y Chacón, rematando con rondeña y fandango de Frasquito.  La maestría y precisión de esta mujer no son “obstáculos” a la interpretación enjundiosa.  Con este tipo de cante melismático y dulce, siempre existe el peligro de caer en los excesos y la sensiblería, pero con Martín la técnica siempre está al servicio del arte porque su inteligencia y buen gusto impiden que sea de otra manera.

Recrea los mismos cantes que le sirvieron hace más de dos décadas para ser merecedora de la prestigiosa Lámpara – minera, cartagenera y taranta – afirmando no haberles metido mano desde entonces.  Cuando sigue con un bellísimo surtido de fandangos rítmicos de Huelva o Alonso entre otros, empiezas a darte cuenta de que estás presenciando uno de los mejores recitales que ha ofrecido la catalana que en años recientes se había apartado un poco del camino flamenco para interpretar composiciones con versos de la poesía culta.  Anoche la hemos recuperado, y además, con un repertorio a su medida.  Desempolvó el garrotín, otro cante que goza del exquisito decir comedido de Mayte.  La misma sensibilidad aconsejó una deliciosa guajira a la antigua, dedicada a la memoria de Juan Valderrama.  Estos cantes ya no tienen la mala prensa de hace algunos años, y es hora de que asuman sin miramientos su legítimo lugar dentro del repertorio del cante flamenco.

Por bulerías, jamás se ha cantado palo tan agresivo de manera tan dulce, pero siempre sin empalagar.  Una colección del cuplé más clásico fue el final de un recital que me atrevería a llamar “perfecto”, aunque el público no parecía comprender la sutileza de Mayte Martín que no emplea alardes técnicos en busca del aplauso, sino que se revuelca en el minimalismo que tan bien domina.

El maestro Manolo Sanlúcar ofreció la segunda parte de este recital compartido.  Llegó al escenario, se sentó con su instrumento y explicó brevemente su intención de buscar y revivir aquellos momentos de la vida que en su día habían inspirado su música.  Empezó con un conocido tema de su brillante grabación Tauromagia, con un preludio añadido.  El resto del programa fue una serie de composiciones musicales caracterizadas por su bella armonía y la dulzura que Sanlúcar saca de las cuerdas tensadas.  Para el melómano de a pie, un banquete de sonidos hermosos dentro de un marco andaluz.  Pero el aficionado al flamenco suele buscar algo más.  Quiere ver y escuchar cómo un guitarrista y músico de este nivel de conocimientos y facultades viaja por el compás de una tradicional soleá o resuelve una granaína, qué aire da a unas alegrías o qué inspiración encuentra en la jondura en potencia de la siguiriya.  En este sentido, y a pesar de los mejores esfuerzos de la segunda guitarra de David Carmona, la interesante joven cantaora Carmen Molina y la discreta percusión de Agustín Díaz, no había por dónde agarrar, y la aparente uniformidad de los temas se hubiera podido aliviar con el contraste de alguna pieza sacada del inacabable repertorio flamenco del guitarrista.

Por la madrugada, se celebró la primera Noche Blanca del Flamenco dentro del festival con recitales gratuitos hasta el amanecer a cargo de Encarnación Fernández, el Niño de Elche y Bastián con el acompañamiento de Antonio Muñoz y Rosendo Fernández.


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