Texto y fotos: Estela Zatania
Sábado, 1 de julio, 2017. 2130h. Plaza de Toros, Jerez de la Frontera
Hitos, aniversarios, regresos, finales lamentados y comienzos celebrados marcan el nuevo festival
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Sólo por escrito, el cartel cantaba solito, tanto arte y flamencura. Un homenaje a nuestro querido Moraíto, vale, sí, un festival como los de antes…trece cantaores (dos sustituidos por motivos de salud), cuatro estupendos guitarristas y una máxima figura del baile, pero por encima de todo, el alumbramiento de un nuevo evento flamenco de peso. Si cada año la Fiesta de la Bulería pone el broche de oro al calendario jondo jerezano, ahora tendremos el Festival Flamenco Jerez Gran Reserva para estrenar la temporada estival.
Ha sido una velada de hitos e inesperados momentos históricos. Justamente cuando te estás sintiendo ajeno a lo que hoy en día se presenta como “flamenco”, allí está tu Pansequito o tu Juan Villar, cantando como en sus mejores tiempos, los más veteranos del flamenco contemporáneo, reivindicando el flamenco clásico a la vez que ponen sendas personalidades inconfundibles. Juan Villar con su Periquín a la guitarra, logró poner en pie a los “dos mil y algo de personas” (cifra facilitada por el que controlaba la puerta, a mí me pareció demasiado poco), con soleá, tangos y bulerías. Pansequito, tremendo en lo suyo, aunque el público jerezano no acaba de apreciar su línea. ¿Qué es lo que hace el maestro del Puerto? Simplemente se inventa un universo particular, original e inspirado, sin salirse de las formas, y allí localiza su verdad.
Fresco y esperanzador el trío de jóvenes: Manuel de la Nina, lleno de energía, Enrique Remache, dulzura con algo más, y Rafael el Zambo, sereno y contenido, la nueva cantera que abrió con la guitarra de otro joven, Pepe del Morao. En Santiago se ha calmado la fiebre roquera diegocarrasquera, y ahora hay ánimo de volver a descubrir el cante clásico dejado en herencia por los mayores.
Diego del Morao, hijo del homenajeado, acompañó a Antonio Reyes, máxima figura actual. Vestido de blanco reluciente, el cantaor pudo conquistar al respe con su voz dulce que araña. Felipa del Moreno cantó bamberas, alegrías, fandangos y bulerías con su habitual empaque racial y voz cristalina. Macanita, con Manuel Valencia a la guitarra, algo distraída, pero siempre nos seduce con su voz y su flamencura.
Después de una larga temporada sin actuar por motivos de salud, ahora la querida Remedios Amaya, figura de culto para muchos, ha regresado al escenario en este nuevo festival rabiosamente guapa y radiante, con ganas de cantar y de vivir. Vestida de túnica de seda, cual sacerdotisa exótica, con un gesto hacia el cielo dedicó su actuación, recordando también el 25 aniversario de la desaparición de Camarón: “esto va pa’ la gloria de mi Moraíto, de mi Paco de Lucía, de mi Camarón y mi Torta”, y quedó como una oración compartida que provocó ojos mojados por toda la plaza. Luego, “se atreve“ a cantar la malograda “Quién maneja mi barca”, y la gente enloquece.
Y ahora, que alguien me explique si puede, de dónde saca Manuela Carrasco su acertada presencia faraónica que tanto fascina. Y la gran sorpresa que nos había preparado: le cantó Rancapino hijo por soleá, la primera vez que el joven se atreve a acompañar el baile. Se cuentan muchas fantasías acerca del cante para baile, pero el flamenco tiene una infraestructura, y una distribución de poderes que hace posible estos encuentros espontáneos, sin necesidad de ensayo alguno. Había un momento en que se pudo escuchar por el micro al hijo de Rancapino pedir instrucciones del atrás: “¿entonces, cojo el mantón y se lo pongo?”, que quedó en una simpática anécdota.
David Carpio, el último cantaor al que le acompañó Moraíto, magnífico con Manuel Valencia a la guitarra. Juana la del Pipa, como dice el presentador Juan Garrido, “la Tina Turner de la Calle Nueva”, en su línea, deleitó al público con su breve intervención.
Para no quedarse corto, el mega evento se cerró con el popular Capullo de Jerez, acompañado por Manuel Jero, logrando despeinar al público incluso más de lo habitual.
Hitos, aniversarios, regresos, finales lamentados y comienzos celebrados. La sensación de que estás presenciando la historia del flamenco delante de tus ojos. Qué bien funciona la máquina del arte jondo que se mueve inexorablemente hacia el futuro a pasos apenas perceptibles que no se pueden deshacer.
(Además de los artistas nombrados, colaboraron los palmeros José Rubichi, Manuel Salado, Chícharo, José Peña y Manuel Cantarote)