18 Festival Flamenco Ciutat Vella 2011 –

Texto: Antonio Conde
Fotos: Ana Palma

Juan Manuel Mora & Belén Maya

XVIII Festival flamenco Ciutat Vella.
Jueves, 19 de mayo 2011 – CCCB – Barcelona

 

 

 

  • Juan Manuel Mora, Juan José Ramos “Niño de Manuela»
  • “Tres”. Belén Maya, Jesús Méndez, Rafael Rodríguez, Felipe Mato     

Continúa la XVIII edición del festival Ciutat Vella con multitud de actividades paralelas a las actuaciones de la noche. El primer día pudimos ver “A cara o cruz” dirigido por Silvia Prio, una historia real de amor, sacrificio y pasión, con Carmen Montero y Diego Amaya. La tarde del jueves le tocó el turno al documental “Cuando los genios se admiran” con la participación en la cinta de Enrique Morente, Niño Miguel, Niño Josele, Juan y Pepe Habichuela, Paco Toronjo y Ángel Vega.

Además de esto, talleres en los que ha participado Belén Maya o Juan Carlos Lérida, Marco Vargas y Florencio Campo han estado cubriendo expediente en las tardes del ciclo. Anoche pudimos disfrutar de cante y baile. Las dobles sesiones propuestas engarzan las dos disciplinas a la perfección.

El primero en pisar el escenario fue Juan Manuel Mora. Catalán afincado en Madrid, se está haciendo un hueco en el cante. Y no es para menos. Confieso que no lo había escuchado en directo antes y me sorprendió. Acompañado de Juan José Ramos “Niño de Manuela” a la guitarra y a pesar de los aparentes nervios iniciales, su recital fue una demostración de conocimiento flamenco. Principió con granaína y media, melismática en los modos chaconianos, fiel al registro original y personalizando los finales. Armonías de Paco de Lucía asomaron tímidamente en las manos de Niño de Manuela. Se vino arriba Mora con los tangos, de Granada, de Triana para recorrer la bahía de Cádiz con alegrías, llegar a Córdoba y volver al aroma salinero. Su voz es limpia y cristalina, un caudal de cante que llegó a su cenit con la seguiriya.  El recuerdo y dedicatoria del recital al maestro Morente, y fin de fiesta por bulerías. Homenaje a La Paquera, al Capullo, a Gaspar de Utrera y a Carmen Amaya, todo en compás de amalgama, y con ejecución del toque providencial de Juan José Ramos, ambos dejaron el listón muy alto para, tras un descanso, descifrar los códigos de  Belén Maya.

El de Belén es un espectáculo ciertamente intimista, ya rodado y con un elenco acompañante inmejorable. Con algunos cambios desde su estreno, Belén es la misma de siempre pero reinventada. Es la experimentación de su baile sobre su baile. Tras el cante de Jesús Méndez como intro, las alegrías de Belén llenan por sí sola el escenario. Son clásicas, con una personalidad envolvente, sobre todo en sus juegos manuales y dibujos bracísticos. Si pensamos que no se puede aportar más estaríamos equivocados. La guitarra de Rafael Rodríguez utiliza un lenguaje diferente. Es fascinante el sonido que le saca a las cuerdas, sin distraernos de lo esencial del baile pero influyendo en el totum de la obra. El cante de Jesús por soleá evoca a Manuel Torre a cada instante. Tras esto los tangos bailados a lo “sacromontano” alumbran la capacidad y el conocimiento de registros corporales de que dispone Belén para ponerlos en uso con una facilidad pasmosa, que acaban en taranto y cartagenera. Bulería de cante y toque que dió el tiempo necesario a Belén para plantarse con la caña. Se ha puesto de moda esta variante de cante en los últimos años. Completa en las mudanzas que elabora, con el apoyo del mantón, resulta íntima por momentos, mientras juega con los tiempos a su antojo. Como fin de fiesta y a golpe de nudillo nos deleitó con soléa por bulerías, esta vez provocadora y contoneante en sus gestos. No se me olvida la figura de Felipe Mato, que argumentó los vacíos en los que Belén desaparece y reinventó las transiciones de sus bailes. Un cambio que bien merece tenerlo en cuenta.

 


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