Texto: Antonio Conde
Fotos: Ana Palma
Carrete & Argentina & Rafaela Carrasco
Argentina
Texto: Antonio Conde Pasado el ecuador del festival, sigue habiendo problemas con el sonido. Y no hablo de problemas que no se puedan solventar. O el volumen está que no nos deja disfrutar del cante del Extremeño como pasó hace unos días, o los responsables se “olvidan” de subir el master para que las guitarras suenen. Error de bulto tratándose de profesionales. Y lo peor de esto es que se conocen estos problemas y no se hace nada, pues los ensayos y pruebas de sonido están para esto. Al margen de fallos y ‘despistes’ técnicos, el día de ayer fue de lo más completo. A las ocho de la tarde, el privilegio de ver al Carrete de Málaga, en un escenario cercano, bailándonos casi a cada uno de los asistentes. Como parte del ciclo ‘Irse por las ramas’ las performances que se están haciendo están siendo de lo más variopinto. Carrete se presentó tal cuál es: improvisando. Baile por alegrías y taranto, cada uno en una dimensión ajena a la anterior, pero cánones análogos. El baile de Carrete es el de hace cuarenta años, figurativo, expresivo, pero el suyo tiene algo de diferente: es espontáneo sobremanera. Difícil es ensayar con él sin que cambie todo de sitio. Lo mejor de esto es la facilidad de cambiar sin que el resto de músicos extrañen los cambios. Desde sus brazos hasta sus continuos movimientos de pelo son de lo más flamenco. Acaso fue un anticipo de lo que se verá el sábado por la noche. Miel en los labios. A las diez de la noche, como cada día, sesión doble de cante y baile. La onubense Argentina vino con ganas de prodigar su voz por todos los rincones de la sala. Dos guitarras (Eugenio Iglesias y José Quevedo ‘Bolita’) dos palmeros (Bobote y Torombo) y un percusionista (Tete Peña). Un cuadro completísimo que se encargó de dar vida al cante. Y de nuevo los problemas técnicos. La guitarra de ‘Bolita’ subida de más en el volumen ocultó la de Iglesias, y hasta la voz de la cantaora. A lo mejor en el escenario no se dan cuenta pero en los asientos se percibe claramente. Al margen de esto, Argentina estuvo de bien para arriba. Garrotín y tangos de Málaga para calentar motores y garganta, malagueña, abandolaos y fandangos del Albaicín, todo esto con los músicos custodiándola. Se quedó sola con Eugenio Iglesias para hacer taranta y cartagenera. Cambio de tercio guitarrístico y seguiriya con ‘Bolita’ que a pesar de su magistral toque pisó el cante en alguna ocasión. A partir de aquí, la cantaora que se creció por momentos, arrasó con las alegrías y las bulerías finales, fandangos por bulerías y como nos tiene acostumbrados, sus fandangos de la tierra que no falten, siempre con el recuerdo a Morente. El breve descanso para un refrigerio fue corto, con lo que enseguida teníamos a Rafaela Carrasco encima del escenario. Estrenó una nueva obra. Encontré algunos cambios significativos en la obra, sobre todo en la parte musical. El concepto de la obra no acabé de entenderlo, supongo que la mayoría de los allí presentes tampoco. Entiendo que por ser estreno la obra no estaba hecha. El guión es diferente de principio a fin. Antonio Campos tuvo que acabar exhausto del trabajo realizado. Sobre todo porque él solo tuvo la responsabilidad de llevar toda la parte vocal. Otro cantaor hubiera dado respiro a éste. Se presentó con guitarra y cantó, a partir de una letra de Mario Maya una composición propia. Acto seguido el turno para la guitarra de Suárez ‘Canito’, que fue víctima de los problemas técnicos otra vez. De pie y caminando por el escenario Rafaela le bailó por bulerías. Hay aquí un guión ‘prestado’ de su espectáculo “Vamos al tiroteo” en el que baila alrededor de alguno de sus músicos. Esto mismo pasó más tarde con Campos. Apenas unos minutos de Rafaela pudimos ver hasta aquí ya que vinieron fandangos, liviana y serrana del cantaor granadino mientras Rafaela observaba la escena en su silla. Se notó aquí que algo falta a este estreno porque poco baile hubo en toda la noche. El concepto musical de este espectáculo es diferente, pero es francamente bueno. Rafaela, a lo suyo, convencional en los tangos, flamenca. El ritmo cercano a la Bosa-nova de Canito hizo de aquello algo excepcionalmente contemporáneo, y fue ella la que tiró de recursos flamencos. Hasta aquí fue prácticamente todo lo que la pudimos ver bailar. Campos hizo fandangos que ella acompañó brevemente. Al son de la pandereta y panderos los tres escucharon al cantaor granadino entonar un fandango punteado mientras que Rafaela volvió a dar un destello de su baile. Una propuesta arriesgada ésta en la que se ha embarcado la sevillana, que necesita de corpus más elaborado para entender lo que nos quiere mostrar.
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