Color Flamenco

Color Flamenco

Color Flamenco

COLOR FLAMENCO surge desde una asociación juvenil en Molino Nuevo, uno de los barrios más conflictivos y marginales de Granada, cuya finalidad era mantener a los jóvenes lejos de los trapicheos usuales en el entorno. Impulsado por Emilio Carmona, organizador, percusionista y alma del grupo, se conforma desde el principio con un concepto integrador y con una ambición artística inusual entre los jóvenes músicos (muchos y muy buenos) de la zona.

Sin más ayuda oficial o privada que sus propias capacidades, desde 1998, año de su nacimiento, COLOR FLAMENCO han sabido proyectarse primero localmente y luego en toda Andalucía Oriental, hasta convertirse en la banda de flamenco-fusión con más perspectivas entre los muchos grupos que hoy se mueven en el género.

Para comenzar, COLOR FLAMENCO es, ante todo, un espectáculo global: Siete chicos, tres cantaores/as y todo un montaje escénico dirigido a teatros y salas. En el disco, como muestra de este concepto global, se incluye una pista vídeo con un «making-off’ de su último montaje.

Pero además, COLOR FLAMENCO es artísticamente un verdadero hallazgo: Su cantaor, José Bermúdez «El Lince», posee unas fatales y una jondura de voz que, a pesar de su juventud, ya marcan posiciones en el mundillo flamenco. Una voz gitana y emotiva, con amplia tesitura y gran expresividad. Junto a él, dos magníficos guitarristas, José Fernández «Petete» y José Cortés «Pirata», también muy jóvenes (como casi todo el grupo, apenas superada la veintena) músicos ambos formados en el mundo flamenco pero con una amplitud de miras y gustos que les auguran un puesto entre las figuras de los próximos años. El grupo lo completan Esther Crisol (violín), Fran Valero (bajo), M Hernández y Emilio Carmona (percusión) y en el baile Sofía Roldán, Eva Roldán y Carlos Regalado.

Musicalmente su propuesta recoge desde la raíz la fusión flamenca: Desde los tiempos de Pata Negra nadie había sabido captarla de esa forma tan convincente. Además la fusión la realizan con un puñado de magníficas canciones; canciones de concepto pop pero escrupulosamente engarzadas en los palos flamencos, sin rehuir algunos de los más complicados, como la soleá. Y, para rematar, el sazonamiento es multicultural y abierto: reggae, falsetas blues, latino, rock-..

El resultado es una música creíble, mucho más creíble desde luego que toda la cohorte de «grupos flamenquitos» que han surgido en los últimos dos años. Un grupo creado desde el extrarradio social pero proyectado hacia primera línea.

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