Santiago me viene a la radio y me pide un texto para su primer disco en solitario. Al final, terminamos haciendo un programa con algunos cortes de su trabajo. Es muy joven, pero tiene respuestas de viejo; abrumadoras: 'Bueno… el disco es un sendero que me lleva a buscar mi propio sonido…' Y se queda así tan normal, ante mi atónita mirada. Si ya es complejo buscarse uno mismo para sacar una falseta o un tema, asumir tan sólo ese camino, además de una aventura sin destino cierto, es ya crecer, musicalmente hablando.
A su edad, 22 años, sólo lo puede afirmar alguien muy seguro en sus posibilidades. Y, sobre todo, un guitarrista ambicioso que ha cimentado un camino excepcional. Para empezar, tenemos que hablar de aquellos primeros acordes, llenos de jerezanía, que le puso su hermano Paco y que se tradujeron, más tarde, en una base fundamental de su pulgar y su rasgueo, santo y seña de los toques borbóreos. Mas, tiene la suerte inmensa de erigirse en el alumno destacado de José Luis Balao, y junto a la técnica, despierta en él la necesidad de una incesante búsqueda, su capacidad para interpretar y arriesgar hacia nuevos horizontes. Con todo ello, cambia el fino por la manzanilla y a orillas del Guadalquivir sanluqueño enlaza con el maestro Manolo Sanlúcar, quien lo hace su acompañante y le desvela secretos insondables. De nuevo, aparece la búsqueda como lema vital. Pero vayamos al disco… Con el zapateado «Embrujo» se abre el trabajo. Fue el tema que hizo ganar a su compañera Mercedes Ruiz en el Nacional de Córdoba. Santiago explora, no se detiene en copiar otros zapateados gloriosos. Primero, lo barniza con tonos de taranto que lo llevan a unos guiños al compás binario, pero sin llegar al tango; acaso lo deja intuir y esa es la virtud. El resultado es original y vigoroso. El profesor José Luis Balao no es lo suficientemente valorado como músico y Santiago lo sabe. «Caminos Nuevos» es una canción por bulería que dedica al maestro, desbordante de soniquete de Jerez a 6 tiempos. Con ingenio funde la herencia con la apertura. Lo importante es una obra de esta características es que existe un hilo argumental aunque los temas sean aparentemente distintos. Con «Distancia» (taranta) ahonda en las posibilidades estéticas del toque libre que le deja mucho margen a su personalidad. El corte nació como un fragmento para orquesta sinfónica y guitarra y hoy se plasma en su disco, destacando la compleja armonización en todos sus fraseos. Celoso de sus posibilidades creativas, se despoja de cualquier academicismo y rectitud para afrontar, como joven del siglo XXI, la canción por tangos en busca de su libertad con «A mi forma» para dar paso a una monumental rondeña, «Tu mirada». Este toque, sin duda, saca las mejores posibilidades de un guitarrista de concierto y muestra además lo completo de su repertorio y sus extensiones sobre el mástil. Como el lema es no imitar, pese al fundamento de tener como referente a los grandes maestros históricos, corona a la rondeña de una textura cercana, sin manchar, del abandolao parecido al de la Canastera de Paco de Lucía y Camarón. Otra nota fundamental de Santiago Lara es haber recorrido medio mundo sin peder un ápice de su condición jerezana. Esto lo demuestra en «Llegando a Jerez», unas bulerías de concierto pero con esos remates y silencios (que tanto dicen…) en los momentos oportunos. Tal vez, mamados en una infancia oyendo por la ventana a Moraíto, Parrilla o Periquín y que siguen sonando en su fuero interno. Mercedes mete los pies y se lía. Y de Jerez a Cádiz, la alegría «Siempre ahí» juega de nuevo con la ambivalencia y la necesidad del autor de imprimir algunos brochazos suyos al histórico cuadro de la Caleta y el Barrio de Santa María. Como interpretarla en LA y orearla con una trompeta que aporta calidez. Continua con «Sendero de lo imposible», una soleá con ligazón en su discurso, llena de jondura y con algunas evocaciones a Niño Ricardo, Sanlúcar y Vicente Amigo. Este es el planteamiento, pasado y presente de la guitarra con las aportaciones personales de quien es capaz. Con «La plata», una rumba, se abraza a la otra orilla del Atlántico coqueteando con algunos sones brasileños, que potencian la percusión y el bajo, en un homenaje sin más al ritmo que hermana el gran océano. 'El Sendero de lo imposible', es en definitiva, la aventura siempre arriesgada de buscar un sonido propio y característico. Un camino que sólo pueden emprender quiénes han comprendido que esa búsqueda no es más que aferrarse a los maestros y abandonar su alma a un destino cruzado por seis cuerdas. José María Castaño. Ficha de disco – venta on-line- Real Audio
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