El mundo flamenco nuevamente está de fiesta
Estela Zatania “La nena bailó para comérsela como quien dice, y queda inaugurada otra etapa en el baile flamenco de mujer”. Con esas palabras terminé la reseña de la obra “Almario” presentada por la bailaora Rocío Molina el 27 de febrero del 2007 en el Festival de Jerez. Y ayer, 30 de noviembre del 2010, la malagueña obtuvo, en la modalidad de interpretación, el Premio Nacional de Danza 2010 que concede anualmente el Ministerio de Cultura. De esta manera Molina entra a formar parte del grupo de la élite del baile flamenco que incluye nombres como Lola Greco (2009), Javier Barón (2008), Manuela Carrasco (2007), Israel Galván (2005), Aída Gómez (2004), Sara Baras (2003), María Pages (2002), Eva Yerbabuena (2001), José Antonio (1997), Antonio Canales (1995), Mario Maya (1992), Cristina Hoyos (1991) o Antonio Gades (1988). En 2009 el New York Times la incluyó entre las mejores del mundo. Rocío empezó a dar la nota después de no lograr clasificarse en el concurso de La Unión. Pocos meses después, con 19 años, iba de solista con el Festival Flamenco USA junto a Manuela Carrasco y Chocolate, y de pareja con Israel Galván nada menos. Si algunos la han visto demasiado joven o verde, otros hemos tomado nota de la genialidad de la bailaora desde el primer momento. El prestigioso honor institucional también fue para la coreógrafa catalana Angels Margarit de 50 años en la modalidad de creación, y cada ganadora recibe 30 mil euros. Rocío, que todavía luce rostro de querubín, aparentando apenas una adolescente, es, a sus 26 años, la ganadora más joven (en flamenco) de este premio, además de ser la primera malagueña. De hecho, la comunidad flamenca de Málaga está de celebración tras el anuncio que le “hizo temblar las piernas” a Roció según afirma la artista que se encuentra actualmente preparando la octava obra de su intensa carrera. El jurado, compuesto por la ganadora anterior, Lola Greco, además del director general y sub-director del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música, Ana Victoria Cabo González, Omar Khan Ibarra, Manuel Llanes Barrios, Julia Martín Alafont y Alfonso Ordóñez Maray citó la “versatilidad y fuerza como intérprete capaz de manejar con libertad y valentía los más diversos registros”. Ya legendaria es la anécdota de hace unos meses cuando Mikhail Baryshnikov se puso a los pies de Rocío Molina tras su actuación en Nueva York. La feliz noticia de este reconocimiento se suma a la todavía reciente alegría del mundo flamenco cuando el género fue nombrado hace tan sólo quince días Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
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