Con Pepe Habichuela, Arcángel y Agustín Diassera.
Coincidiendo con las funciones de El Público, de Mauricio Sotelo, el Teatro Real ofrecerá mañana, sábado, 28 de febrero, el concierto ‘Ritos y geografías para Federico García Lorca’, en el que la cantaora Rocío Márquez hará una aproximación al cancionero popular ibérico, acompañada por nombres del flamenco tan reconocidos como el guitarrista Pepe Habichuela, el cantaor Arcángel o el percusionista Agustín Diassera.
Fotógrafo: © Javier del Real / Teatro Real
Con la colaboración especial de Pepe Habichuela y Arcángel
Pepe Habichuela y Miguel Ángel Cortés: guitarra flamenca
Los Mellis (Manuel y Antonio Montes Saavedra): coros y palmas
Agustín Diasera: percusión
Arcángel: cantaor
Leonor Leal: baile
Proyecto Lorca:
Juan M. Jiménez: saxofones
Antonio Moreno: percusiones
Daniel B. Marente: piano
EL POETA MÚSICO, O EL MÚSICO POETA
Una fotografía fechada en torno a 1914 nos muestra, casi mejor que ninguna otra, el amor de Federico García Lorca por la música. En ella vemos al poeta en una mecedora, con su hermana pequeña Isabel sentada sobre sus muslos, mientras los dos escrutan detenidamente una partitura. En la intimidad de su casa, el adolescente de dieciséis años está enseñando a leer música a su hermanita de cinco, igual que su tía Isabel García Rodríguez le había enseñado a él a tocar la guitarra. Con tan sólo tres o cuatro años, en Fuente Vaqueros, Federico hizo de meritorio con su prima Clotilde García Picossi en la zarzuela La alegría de la huerta, y en su adolescencia manifestó su deseo de dedicarse profesionalmente al piano, hasta tal punto que sus amigos de entonces lo tenían más por músico que por literato y que sus primeros manuscritos que conservamos son partituras, no poemas. E Impresiones y paisajes, su primer libro, está dedicado a Antonio Segura, su profesor de música.
Su biblioteca atesoraría partituras de todos los grandes compositores, sobre todo para piano, y entre sus amigos abundan los músicos, con el gran Manuel de Falla a la cabeza, con quien proyecta incluso una ópera para muñecos en dos actos, Lola la comedianta, y con quien organiza en 1922 el famoso Concurso de Cante Jondo, la partida de nacimiento o el acta fundacional de honorabilidad del moderno flamenco. Su conocimiento del folclore y su amor por la música tradicional y los cancioneros servirían para que fuera recomendado para acompañar a Ramón Menéndez Pidal en su búsqueda de romances tradicionales por las Alpujarras. Lorca recopila, armoniza e interpreta al piano numerosas canciones, entre las que alcanzaron especial difusión sus Canciones populares antiguas, que él mismo grabó al piano con Encarnación López Júlvez, “La Argentinita”. Esta, en una carta desde México, escribe al poeta el 2 de mayo de 1936, a poco más de tres meses del asesinato del poeta: «Nuestro éxito en México ha sido muy grande: allí no se canta más que ‘El café de Chinitas’, ‘Los muleros’, ‘Pelegrinitos’”.
Varias fotos nos muestran a Lorca sentado al piano y él mismo dibujó con frecuencia a bailaoras, cantantes y diversos instrumentos. El polifacético José Moreno Villa, que lo conoció, resumió como nadie la esencia musical de su personalidad: “Yo diría que Federico era un alma musical de nacimiento, de raíz, de herencia milenaria. La llevaba en la sangre […]. Federico daba la impresión de que manaba música, de que todo era música en su persona. Sus sonrisas y sus risas, lo mismo que sus iniciativas vitales o teatrales. Este era su verdadero secreto o poder fascinador. Despedía música”. Nada más natural ni pertinente, por tanto, como complemento de las representaciones de la ópera El público, que recordar al García Lorca músico y folclorista, complementario e indisociable del García Lorca poeta y dramaturgo.
Luis Gago