Tras varios años Carmen Linares regresa al mercado discográfico con un proyecto homenaje a Juan Ramón Jiménez.
El próximo 17 de Noviembre llega a las tiendas el nuevo trabajo discográfico de Carmen Linares con el título de “Raíces y Alas” (Salobre 2008). En este trabajo la cantaora interpreta los poemas de Juan Ramón Jiménez sobre las composiciones del guitarrista Juan Carlos Romero. Se trata del octavo disco de estudio de la cantaora y el primero de su sello discográfico, en este proyecto se ha contado con la entusiasta colaboración de la Fundación Juan Ramón Jiménez y la Residencia de Estudiantes, y nos acerca al poeta de Moguer cuando se cumplen 50 años de su desaparición. Las composiciones musicales han sido creadas por Juan Carlos Romero al calor de cada poema, al perfume de cada palabra. La voz y la sabiduría de Carmen Linares aporta su acento, su intensidad interpretativa y su poder de transmisión para poner al día, con jondura, la inmensidad de la obra juanramoniana. En la historia de la discografía flamenca este trabajo supone el homenaje más importante del cante flamenco a Juan Ramón Jiménez. Carmen Linares es sin duda la cantaora indiscutible de nuestra época. A lo largo de su impecable carrera ha conquistado por méritos propios un lugar privilegiado en el mundo del flamenco, convirtiéndose en una de las artistas más reclamadas y con más proyección internacional del flamenco contemporaneo. La obra discográfica de Carmen Linares, algo que ella ha cuidado siempre con rigor, ha sido aclamada por la crítica y ha recibido importantes galardones: Premio ICARO (1988), Academia Francesa del Disco (1991), Compás del Cante (1999), Medalla de Plata de la Junta de Andalucía (1998) y el Premio Nacional de Música 2001. Su anterior disco “Un ramito de Locura” (Universal 2002) fue candidato en la categoría de Mejor Álbum Flamenco en los Premios de la Música 2002 y los Grammy Latinos 2003. “Raíces y Alas” fue estrenado en directo sobre el escenario del Teatro Lope de Vega en la pasada Bienal de Sevilla obteniendo un gran éxito de crítica y público. Así pues La prensa especializada le concedió a su director musical Juan Carlos Romero el Premio a la Mejor Obra Musical en la Bienal de Sevilla 2008. Un monumento flamenco al poeta Juan Ramón Jiménez Juan Ramón se lo merecía: fue un genio. Juan Ramón no fue aquel poeta ensimismado, casi solipsista y poco menos que reaccionario que algunos megaprogres se inventaron para cuadrar sus cuentas políticas (por cierto: luego llegó Ángel Crespo y nos entregó una caudalosa antología de textos del poeta exiliado, en donde nos hablaba una de las dos voces de mayor dignidad democrática de la Generación del 98). No: Juan Ramón fue el alimento base de toda la Generación del 27, y una de las cimas más altas de la cordillera poética del idioma español. Merecía este homenaje. Juan Carlos Romero y Carmen Linares demuestran aquí que estaban capacitados y motivados para dejarle al maestro dos besos de música en las manos. Juan Carlos Romero no es únicamente un extraordinario guitarrista flamenco. Es también un compositor con inquietud y con garra. Es también un músico sabio en el acierto del empaste instrumentístico: aquí lo demuestra de nuevo. Es también, ocasional y certeramente, un poeta (su doliente copla en homenaje al Niño Miguel fue una flamenquísima prueba). Es también un capataz meticuloso en la ambición de unificar los aciertos parciales con el rigor de la totalidad: hemos disfrutado espectáculos suyos en donde la guitarra, los Carmen Linares no es sólo una de las voces más estremecedoras de la historia flamenca. Es alguien capaz de investigar la aportación de las mujeres a la grandeza del festín flamenco, y capaz de demostrar, con su garganta y su sabiduría, toda esa intensidad hereditaria. Es una artista que no se alivia nunca, que no hace nunca demagogia, que no pierde jamás el respeto al Flamenco y que nunca se ha consentido otra cosa que no sea dar su opulenta limosna a ese mendigo suntuoso que es el cante flamenco. Es además una artista lo suficientemente hambrienta de expresión como para convertir en ortodoxia emocional estructuras musicales que nunca nos había entregado la tradición. Varias veces nos ha hecho ese regalo de enriquecimiento (¡ese excepcional trabajo en Locura de brisa y trino, de nuestro genial Manolito Sanlúcar!). En esta grabación lo hace de nuevo. Ellos dos y el resto de los serios y entusiastas profesionales que se reúnen en esta obra han llevado adelante la maravilla de un acto de justicia. Desde el júbilo con que se hace música la celebración de Juan Ramón a su infancia y a su Moguer, hasta el martinete primitivo y sobrecogedor que abrocha este tránsito por la biografía espiritual del poeta, toda la obra está traspasada de dardos emotivos, de repentinas dentelladas de música conmocionada, de súbitos barrancos de belleza. Escuche usted, por ejemplo, cómo dice Carmen Linares la palabra fundamental de Juan Ramón; en “Auroras de Moguer” Carmen junta su técnica, su inteligencia, su ternura y su genio para que todo el mundo sepa que para Juan Ramón Jiménez la palabra Moguer era sagrada… Hay muchos más sobresaltos, “pellizcos”, aerolitos de música y de alma en esta grabación (en la guitarra de Juan Carlos, constantes: cada acierto deja paso al siguiente): descúbralos usted y disfrútelos muchos años y siempre con salud… No quiero despedirme sin proclamar mi admiración por el resultado exquisito y desgarrador de la unión de un poema juanramoniano famosísimo (“El adiós definitivo”) y la majestad renovada del cante por soleá. Como no uso sombrero, tuve que derramar dos lágrimas. Es cierto. Mi mujer estaba delante. Ella tampoco usa sombrero: también lloraba. Esta grabación es un monumento flamenco |