La muerte, que no entiende de festividades de fin de año, ni muchísimo menos de cante flamenco, se nos ha llevado a José Antonio Díaz Fernández justamente cuando estamos preparando las uvas que supuestamente nos van a traer suerte para el año venidero. Con el Chaquetón, se nos ha ido, no un trocito, sino un buen pedazo de la historia del cante de Cádiz, además de un hombre bonachón y generoso.
El
año pasado en el festival de Grenoble nos tocó una corta
pero intensa convivencia donde pude apreciar su gran humanidad y su delicioso
sentido del humor – de sus conocimientos hacía años
que tenía abundancia de referentes. En Francia el joven genio de
la guitarra, Jerónimo Maya, que había venido a acompañarlo
en su recital, afirmó que Chaquetón era su maestro más
importante en cuanto al cante se refiere.
Nació en Algeciras (Cádiz) en 1946 de noble estirpe flamenca:
su padre fue el Flecha de Cádiz, sus tios, Tomás El Chaqueta,
Adela la Chaqueta, El Chaleco, Salvador Pantalón y más notablemente,
Antonio el Chaqueta, uno de los cantaores más completos y geniales
que ha dado el flamenco.
En el libro «Antonio el Chaqueta» de Ramón Soler Díaz,
Chaquetón recuerda como comenzó a cantar en la venta Manzanilla
junto a su padre El Flecha, su tío Chaqueta, Felipe de Triana,
Pepe el Culata, Manolo de Huelva, el Niño León y Manolo
de Badajoz entre otros: «Me daba vergüenza cantar; yo era un
niño al lao de esa gente. Mi tío Antonio me animaba mucho,
pero ese Felipe de Triana era un monstruo…y ese conocimiento del Culata.
Yo salía a veces que ni los sudores me llegaban al cuerpo».
Desde
muy niño vivió en Madrid y con sólo dieciocho años
llegó a trabajar en el legendario tablao Zambra con un cuadro de
figurones de la época. Posteriormente viaja por el mundo cantando
para grupos de baile como el de María Rosa o Carmen Mora. Durante
cinco años fue cantaor fijo en el tablao Café de Chinitas
y un año en Corral de la Morería. La madurez artística
le conduce a intervenciones en solitario en festivales y peñas
hasta que en 1980 gana el premio Enrique El Mellizo en el Concurso Nacional
de Arte Flamenco de Córdoba. Igual que muchos entendidos del flamenco,
el crítico especializado Alfredo Grimaldos opina que «casi
nadie puede hablar con tanta propiedad de los más insólitos
recovecos de la historia del arte jondo como él».
Hoy en día el cante de Cádiz corre el peligro de extinguirse,
y muy lejos quedan los años dorados de Aurelio, Pericón,
Manolo Vargas y el Beni. Chaquetón quedaba como uno de los intérpretes
más significativos de esta escuela y su versión de la malagueña
del Mellizo es considerada como una de las más fidedignas a la
vez que inspiradas. Destacables también sus cantiñas, bulerías,
tangos y tanguillos, siempre con el sabor gaditano perfectamente destilado
y un aire a su tío Chaqueta.
Chaquetón con Paco Cepero, foto Luis Chávez (Triste
y Azul)
Con su grabación ‘Mis Adentros’ del 2002 parecía
empezar una nueva etapa para Chaquetón que estaba disfrutando su
vuelta a los circuitos profesionales después de diez años
de poca actividad. Tenía firmado un contrato para cantar veinte
días en Zamora en marzo del 2004 y todo apuntaba positivo y optimista
para este cantaor que defendía el flamenco tradicional que se nos
va de las manos. Nos quedan sus grabaciones y los recuerdos.
Chaquetón izda, con sus padres. Foto libro Ramón Soler.
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