MiraDas FlamenKas recuerda y reivindica a Juanito Valderrama

Miradas Flamenkas

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Maestro, el primer cantautor, el poeta del pueblo… Estas tres definiciones, entre otras posibles y exactas, se ajustan a uno de los grandes, Juanito Valderrama, al que recuerda y reivindica el festival MiraDas FlamenKas de la Comunidad de Madrid en su tercera edición, que se celebra en el Centro Cultural Pilar Miró de Vallecas del 11 de noviembre al 3 de diciembre.

 
 

“Todos los artistas flamencos apuntan a él como el gran maestro”, explica Paloma Concejero, directora del festival, sobre la importancia de Juanito Valderrama (1916-2004), “una figura institucionalmente olvidada, del que aún no se ha revisado su legado”.

El festival que se desarrolla en el barrio de Vallecas quiere resaltar el nombre de Juanito Valderrama y por eso le homenajea en esta edición con el concierto de apertura, a cargo del hijo del cantante, Juan Valderrama, y con una exposición que repasa la biografía del artista nacido en la localidad jienense de Torredelcampo.

“Desde su garganta llegaron versos a los rincones más humildes de cada barrio -recuerda Concejero-. Poesía popular eran sus fandangos y guajiras, sus farrucas y cartageneras, cada copla; ese himno que fue el de todo un país, la belleza detrás de una historia titulada El emigrante”.

En la longeva vida de casi ocho décadas, la discografía de Valderrama alcanza cifras de récord, unas dos mil grabaciones de flamenco y canción andaluza, realizadas en casi setenta años. En la exposición se podrán ver ejemplares de sus discos, entre ellos antiguas piezas de pizarra, documentos y fotografías que resumen la vida del artista.

Su figura característica, con su ancho sombrero andaluz ladeado, la reproduce su hijo Juan Valderrama el 11 de noviembre en el concierto de apertura de MiraDas FlamenKas, que ha titulado precisamente Bajo el ala del Sombrero, en el que realiza un viaje apasionante que entrelaza la palabra y el cante de Valderrama en su tiempo, un tiempo coincidente con episodios fundamentales de nuestra memoria histórica.

Paula Comitre y Fraskito

Abriendo este homenaje el caudal de música que depara una edición plural y genérica (con la guitarra, el piano, el cante y el baile como expresiones de un arte que va de la raíz a la relación con otras músicas), los conciertos de MiraDas FlamenKas seguirán el 12 de noviembre con la bailaora sevillana Paula Comitre, Giraldillo Revelación de la Bienal de Flamenco de Sevilla de 2020.

La joven coreógrafa, que ha recibido formación fundamental de Rafaela Carrasco, presenta en el festival Cámara Abierta, en la que realiza una reflexión sobre la evolución del baile de mujer con la esencia del lenguaje del flamenco de ayer y de hoy.

También viaja en el recuerdo Fraskito con su concierto del 18 de noviembre, Ochenteando, en el que lleva al flamenco temas populares de lo que se conoció como la Movida, el movimiento cultural español de mayor repercusión de los años 80.

Este compositor, intérprete, multi-instrumentista, productor, arreglista y guitarrista flamenco, autor de discos como Camino de agua o Tierra y sangre, ha buceado entre la música de Tino Casal, Alaska, Mecano, Tequila, Burning, Ruby y Los Casinos, entre otras para componer un recuerdo melancólico de un tiempo inolvidables. Para ello ha tratado de asemejar las ideas de los temas de la Movida con los cotidianos de las letras flamencas, consiguiendo mantener el espíritu intacto de las canciones de los 80 interpretadas por una guitarra, percusión, voz y coros dignos de cualquier palo del flamenco actual.

Julio Ruiz y Andrés Barrios

Por su parte, el bailaor almeriense Julio Ruiz lleva a cabo un ejercicio catártico personal en Azul como la piel del melocotón (19 de noviembre). El joven artista atesora ya una firme trayectoria. Ha realizado giras nacionales e internacionales como bailaor solista y ha participado en festivales como el de Jerez y la Bienal de Flamenco de Sevilla. Ha estrenado seis espectáculos, de los que Azul como la piel del melocotón constituye una inmersión en su intimidad familiar.

Las relaciones con su madre, su padre, su abuela, su primera compañera de baile, la gente, en general, las vuelca Ruiz en una coreografía que va más allá de la danza y la música: el texto, la instalación y lo performático tienen una considerable presencia, ubicando esta propuesta entre el espectáculo de danza y las artes vivas, con un entrecruce de lo surrealista y lo cotidiano.

Andrés Barrios es otro de esos ejemplos de enraizamiento en el flamenco, en este caso desde el piano, con una perspectiva musical que trasciende las fronteras. A su corta edad de 25 años ya ha girado por distintos países y festivales internacionales, ha editado su primer disco de estudio, Al sur del jazz, y concebido dos espectáculos personales Universo Lorca, en la Bienal de Flamenco de Sevilla 2020, y otro en 2021 dedicado a grandes autores del siglo XX en colaboración con el pianista Juan Pérez Floristán.

En MiraDas FlamenKas se presenta el 25 de noviembre con Meraki, un término griego que contiene en su semántica la idea de pasión, de intensidad vital, de amor vehemente con que se hace algo. Barrios ha concebido un espectáculo que difumina los límites entre la música clásica, el jazz y el flamenco, en el que se entremezclan los ritmos y armonías tradicionales con una particularísima y vigorosa visión integral y globalizada de la música.

Rosario Montoya y el dúo Salazar

Uno de los dos estrenos absolutos del festival lo protagoniza el 26 de noviembre la pianista jerezana Rosario Montoya, La Reina Gitana. Muchelumbre da nombre a este espectáculo y al primer disco de la intérprete jerezana, que ella ha convertido en un montaje fresco, enérgico, en el que a su piano la acompañan musicalmente un violín, un cajón y dos coros.

Nacida en el seno de una familia gitana con larga tradición en el mundo profesional del flamenco, La Reina Gitana se formó en el conservatorio y su faceta de artista la ha compaginado con la docencia como profesora de piano. Está considerada como la primera y única mujer de raza gitana que ha obtenido el título de profesora e instrumentista de piano en el ámbito nacional. Con su música ha aportado nuevas ideas, nuevos horizontes a la cultura flamenca, obteniendo el reconocimiento por una labor que cada día trata de mejorar y hacer llegar al público.

Otra muestra de esa idea de una música sin fronteras que se plasma en MiraDas FlamenKas lo encarna el dúo Salazar, una insólita unión entre la voz de telúrica y sembrada de quejíos de la salmantina Bego Salazar y el piano neo romántico y minimalista del catalán Xavi Lloses. Ambos presentan el 2 de diciembre Arquitectónica de un quejío, en el que la música construye paisajes hipnóticos, altamente sofisticados, con un espectro inesperado entre el vanguardismo eléctrico y el arte sonoro.

Las trayectorias de ambos intérpretes han sido divergentes hasta que se encontraron en Salazar. La artista salmantina, hija de padre gitano, lleva en su sangre el gusto y el arte flamencos. Después de haber compartido escenario con Jorge Pardo, Juan Antonio Salazar, Jerónimo Maya, Dani Macaco, Juanito Makandé y, como vocalista, Las Migas, comenzó su carrera en solitario junto a Xavi Lloses, quien se define como antipianista, compositor y terrorista sonoro, que ha trabajado y producido trabajos de artistas como Lluís Danés, Marina Rossell, Gerard Quintana, Jaume Sisa o Nico Roig.

Gualberto

El cierre de MiraDas FlamenKas el 3 de diciembre lo abandera un histórico de la música de fusión, Gualberto, alma del grupo andaluz Smash y hombre orquesta por la variedad de sus investigaciones y producciones musicales, inagotables hasta el presente.

También el concierto de este introductor de la psicodelia en España, estreno absoluto en el festival, tiene hechuras nostálgicas. Aquello que reluce rememora un periodo fundamental de la vida de Gualberto (entre 1967, fecha de la fundación de Smash, y 1979, cuando graba el disco de fusión de flamenco y sitar Gualberto y Agujetas), y lo actualiza con nuevas músicas, otros músicos, pero idéntico sentir. De la guitarra eléctrica por soleá, a los caracoles más cercanos, y de ahí a las alegrías vistas desde la bahía de Cádiz, Gualberto y su sitar propician un choque frontal de culturas, pero con las mismas raíces.

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