Manzanita 1956-2004

Estela Zatania

Cuando la palabra ‘fusión’ era término sólo empleado por los científicos, cuando nadie confundía el flamenco con la música derivada y la joven pareja de Camarón de la Isla y Paco de Lucía estaban levantando cejas con su nueva perspectiva, entonces José Manuel Ortega Heredia «Manzanita» (Madrid 1956), guitarrista adolescente con un currículo ya respetable, escuchaba los vientos del cambio musical que acompañaban importantes cambios en el paisaje político español, y en 1974 fundó un humilde grupo con Miguel y Amador Losada y Alfonso Veneno que llamaron «Los Chorbos».

 

Del
madrileño barrio de Caño Roto donde vivían los jóvenes
fundadores, el novedoso sonido de sus rumbas fue diametralmente opuesto
a la rumba catalana popularizada por Antonio el Pescaílla y Peret
que había dominado el gusto colectivo durante dos décadas.
Si la rumba catalana vendía optimismo y una marcha infecciosa a
un país con síndrome posguerra crónico, el nuevo
«sonido caño roto» daba la vuelta a aquella hoja gastada
con un ritmo decelerado y una proyección que reflejaba el descontento
social generalizado y un sentir especialmente flamenco. El desenfado de
una rumba en tono mayor como «Borriquito como tú»,
quizás la más emblemática de la movida catalana,
nada tenía que ver con estas rumbas, casi siempre en el tono flamenco
(mi-fa) y de un carácter que se podría definir como «serio»
que contradecía la naturaleza tradicional de la rumba en sí.
Para la generación flamenca ahora llamada «de los festivales»,
la música de Manzanita (y grupos posteriores que siguieron el mismo
hilo) proporcionó una alternativa al cante tradicional sin alejarse
demasiado del flamenco.

Pero a Manzanita sería absurdo etiquetarlo de «rumbero».
De la noble estirpe flamenca de los Ortega, sobrino de Manolo Caracol, el
joven empezó como guitarrista tradicional, primero en tablao y
después, a la corta edad de once años, con Enrique Morente,
pero pronto se lanzó cantando. Su voz aterciopelada y su decir
flamenco y gitano acariciaban canciones como la irresistible «Ramito
de violetas», balada intimista y emotiva, sin caer en la
sensiblería, que llegó a ser su mayor éxito. Otra
canción simbólica de Manzanita es la lorqueña «Verde
que te quiero verde» que es casi temática de la película
«Flamenco» de Carlos Saura y de la época en general.

Las inquietudes musicales de Manzanita le condujeron al jazz y a la música
caribeña, y las espirituales le llevaron a dejar la música
casi por completo durante años para participar en el movimiento
evangelista en Barcelona. Volvió a ser activo profesionalmente
en la década de los noventa participando en la grabación
«Los gitanos cantan a Lorca» producida por Ricardo Pachón,
y en la banda sonora de la película «Viviré».
En 2003 una nueva generación de aficionados tuvo oportunidad de conocer la música de Manzanita a través de la grabación que realizó con el cantaor catalán Duquende, un trabajo que resultó ser el colofón de una prodigiosa pero lamentablemente truncada carrera.

 

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