Los Jueves Flamencos ponen de largo a Moisés Navarro, hijo del conocido bailaor malagueño El Charro, famoso en los tablaos de los años sesenta y setenta. Moisés es una de las grandes esperanzas del baile actual y viene trabajando con artistas de la talla de Rocío Molina, Antonio Canales o Rafael Estévez y Nani Paños.
Francisco Navarro ‘El Charro’ es el patriarca de toda una casta de bailaores que tiene en sus hijos Moisés y Fátima Navarro, (en un nivel más amateur también las hermanas Amara y Saray Navarro) dos dignos herederos del nombre rutilante que impuso en los tablaos madrileños y de la Costa del Sol este bailaor autodidacta.
La importancia del Charro en los años sesenta y setenta viene originada por sus primeros despuntes como artista hecho un niño, de la mano de la factoría Niño de Almería, descubridor entre otros talentos locales de Málaga, de Pepito Vargas, La Cañeta, La Repompa o Carrete. Sus primeras actuaciones tuvieron el marco del Pimpi y el Remo de Torremolinos donde fue bautizado artísticamente por su propietaria como El Charro, tenía once años tan solo.
Los hoteles de lujo Miramar de Málaga y Pez Espada de Torremolinos se hicieron con sus servicios en exclusiva para las boités de grandes artistas que solían actuar en sus terrazas.
Antonio Rojas, propietario de la Gran Taberna Gitana el gran tablao de Málaga –por él pasaron desde Mairena a Caracol, Camarón, Fosforito- en estas dos décadas mencionadas, le construyó la sala a su gusto para que accediese a bailar en ella, y en ella se hizo habitual después de triunfar en Madrid donde estuvo de la mano de Pastora Imperio y Gitanillo de Triana en el Duende y en Los Canasteros con el gran Manolo Caracol. Fueron sus años dorados con toda la pléyade de estrellas del flamenco que pululaban de un tablao a otro. También trabajó entonces en el Corral de la Morería y Torres Bermejas.
Estando precisamente en éste último, en la capital, le llegó la oportunidad de actuar como representante de España en la inauguración de un nuevo aeropuerto de la ciudad de Nueva York. Conoció a Perón en Los Canasteros y el secretario del presidente de México le regaló un peso en bruto de oro por pasear el nombre del Charro por todo el mundo, tipo característico de los jinetes y rancheros del país azteca.
No fue la única anécdota de altura que adorna su currículum, con giras Europeas en distintas compañías y amistad con Antonio el bailarín y Gades, pues el mismo Generalísimo quedó prendado de su baile y lo tuvo como habitual en los festivales de La Granja de San Ildefonso, tanto le gustó que alargó su incorporación a filas y le otorgó la licencia de cumplir el servicio militar en su tierra en Málaga. Caracol cuando dijo de regresar a Málaga para ello puso todos los impedimentos del mundo porque su nombre brillaba como pocos entre las atracciones de los tablaos madrileños.
MOISÉS NAVARRO
El relevo de su padre es una de las grandes confirmaciones de una generación esplendorosa de bailaores nacidos en los ochenta y con un denominador común en el Conservatorio Superior de Danza de Málaga. Actualmente Moisés Navarro ha actuado dentro del programa de Málaga en Flamenco en el ciclo Los Jueves Flamencos siendo una de las sensaciones del mismo, y junto a Rocío Molina en el espectáculo Oro Viejo, que se representó como inauguración del programa 2009.