Integridad artística, elegancia y una carrera ejemplar
Estela Zatania Una vez más, el flamenco tiene motivos de celebración. El bailaor Javier Barón ha recibido el Premio Nacional de Danza en la modalidad de interpretación «por su aportación al flamenco desde la danza española, y por su dedicación a la investigación de estéticas en el flamenco, desde la ortodoxia y el conocimiento de este arte». Este reconocimiento, dotado con la cantidad de treinta mil euros, es otorgado por el Ministerio de Cultura. El jurado, presidido por el director general del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM), Juan Carlos Marset, con la vicepresidencia de la subdirectora general de Música y Danza del INAEM, Marta Cureses, ha estado integrado por José Manuel Garrido, José Luis Rivero, Juan Torres, Marta Carrasco Benítez, Montserrat Colomé, Carmen Werner (Premio Nacional de Danza 2007 en la modalidad de Creación) y bailaora Manuela Carrasco (Premio Nacional de Danza 2007 en la modalidad de Interpretación).
Francisco Javier Álvarez Rico nació en Alcalá de Guadaíra, provincia de Sevilla, en 1963. Ya de niño se destacó en la academia del maestro moronense Pepe Ríos. Siguió su excelente formación en Madrid con los mejores maestros de la época: José Granero, Rafael de Córdova, Faíco, Manolete, Toni el Pelao, El Güito o Farruco el viejo entre otros. Entró en la compañía de Luisillo con sólo doce años, e igual que Sara Baras, con la que posteriormente formaría pareja, y Joaquín Grilo, su carrera recibió un empujón positivo cuando se proclamó ganador en el concurso televisivo «Gente Joven». Poco después, se integra en el Ballet Nacional de España donde recibe la influencia del legendario Antonio Ruiz Soler. En 1988 se llevó el codiciado Giraldillo del Baile de la Bienal de Flamenco de Sevilla, llegó a participar en producciones discográficas y participó en el espectáculo Omega de Enrique Morente. El baile de Javier Barón se caracteriza por su sinceridad, y un concepto del flamenco tan rigurosamente libre de artimañas comerciales, que roza lo surreal. Es un baile discreto y comedido, con destellos dinámicos de gran belleza. Desde 1997, Barón tiene compañía propia, y ha presentado obras de gran calidad, bien recibidas por el público, como «Sólo por el arte», «Dos voces para un baile», «Notas al pie» o «Meridiana», pero quizás la obra más memorable ha sido la exquisitamente minimalista «Dime». |