José Blas Vega ha muerto sin ver publicado uno de sus proyectos más ambiciosos: el definitivo estudio sobre la figura de Manolo Caracol. La enfermedad finalmente truncó el sendero de este luchador infatigable de la investigación flamenca.
Texto: Pablo San Nicasio Ramos
Un camino de casi medio siglo en el que ningún recoveco de este arte le quedó por abordar. Desde el estudio biográfico de buena parte de las figuras esenciales del cante, hasta el glosario del arte jondo al completo en su Diccionario Enciclopédico Ilustrado del Flamenco. Magna obra que ya era, desde hace décadas, un clásico entre los imprescindibles de toda biblioteca del ramo.
Madrileño de setenta prolíficos años, la obra de José Blas Vega debe analizarse desde la revolución que supuso el especial rigor científico con que abordó, desde sus comienzos, el estudio del flamenco. Algo tristemente inusual hasta aquellos años. Dejando de lado filias y fobias, racismos y localismos, su obsesión por la objetividad en todo aquello que publicaba ha quedado patente en las más de veinte obras que nos ha dejado, más de la mitad de ellas capitales para comprender el flamenco actual.
Además, Blas Vega intervino en sus años de responsable de folclore de la marca Hispavox, en la elaboración de más de tres centenares de piezas discográficas, algo que le hizo merecedor en 1984 del Premio Nacional del Ministerio de Cultura.
Tuve la suerte de hacerle en muy poco espacio de tiempo tres extensas entrevistas, a la postre las últimas que concedió, y en todas ellas noté su cercanía con los que empezamos en esto del flamenco en los medios. Siempre hacía hincapié en la injusticia de muchos artistas para con los flamencólogos. Siendo estos los que habían hecho de verdaderos difusores de las cualidades y calidades de lo que salía de los escenarios.
Enamorado de su ciudad natal, el flamenco no fue su único objetivo divulgativo. De hecho su postrera publicación versó sobre la historia de la Gran Vía (“La Gran Vía se divierte”), estudio editado por él mismo y que le fue encargado para conmemorar el centenario de la mítica arteria castiza. Entre los innumerables temas de los que escribió, José Blas Vega fue también pionero al abordar la historia de la literatura erótica en España.
De todo eso y mucho más se podía conversar tranquilamente en su rinconcito madrileño: la Librería del Prado. Entrañable establecimiento abigarrado de libros antiguos de incalculable valor. Una de las últimas librerías antiguas de Madrid situada, por cierto, a escasos metros de muchos locales de gran tradición flamenca.
Persona inquieta y de tremenda actividad literaria, tuvo la suerte de conocer y convivir con lo más granado del flamenco del siglo XX. De ahí que cualquier conversación con don José fuese siempre una experiencia de escasísima duración para el visitante a la par que formidablemente amena.
Descanse en paz don José Blas Vega. Escritor, bibliófilo y persona generosa. Cuya obra sirvió para documentar un arte que hoy es Patrimonio de la Humanidad y por la que hay que profesarle sincera y eterna gratitud.