Fulgencio Cros Aguirre

1925 – 2007

Pencho Cros, hijo predilecto de La Unión, único cantaor tres veces ganador de la «Lámpara Minera» del Festival Internacional del Cante de las Minas y maestro indiscutible de los cantes mineros; pozo de sabiduría del que han bebido todos los intérpretes actuales del más puro arte jondo.

 

 

PENCHO CROS, EL CANTAOR MINERO MÁS GRANDE

Pencho Cros ha muerto. El alzheimer borró su memoria y acabó hoy con su vida. Él fue el grito más desgarrado y auténtico de la mina, el prototipo del cantaor minero. Voz de caverna, profunda, grave…impregnando el paisaje de su cante de una humedad ardiente que se tornaba helada al final de cada desgarro, justo en ese quejío que le empujaba a sostenerse el corazón con una mano y retorcer el enorme brazo de la otra con la palma inmensamente abierta. Pencho fue un gigante con el duende minero cautivo en su garganta, liberándolo cuando quería para mostrarlo a quién le daba la gana.


Pencho Cros con Félix Grande

En la publicación de su homenaje, allá por agosto de 1985, le escribía a «Pencho, ese hombre montaña: Su voz encuentra en el paisaje de La Unión su equilibrio perfecto. Una minera de Pencho me dice mucho más de esta tierra que todo lo escrito hasta ahora; porque Pencho llega al alma, guste o no guste el cante».
Comenzaba yo ese artículo con estos versos:

El hombre canta a la montaña orgullosa / porque su orgullo es más grande. / Un día dejará de cantar / y ambos serán una misma cosa»

Ese día ha llegado y, sin embargo, remedando la copla, «no se callará el cantor para que no se calle la vida»; aquí, en la sierra de La Unión, sobre el escenario del Festival, en una baldosa cualquiera y a ser posible de madrugada, Pencho cantará siempre, para quién quiera escucharlo, su minera, la minera más jonda, la más grande.

Francisco Celdrán Sánchez (Miembro de la Comisión Ejecutiva del Cante de las Minas)
La Unión, 26 de octubre de 2007

Photos: «El cante de las minas» Rufo Martínez Cobacho

EN MEMORIA DE PENCHO CROS

De madrugá, en esa su hora duende favorita, cerró los ojos ya para siempre Fulgencio Cros Aguirre, «Pencho Cros». Como ese último candil en la negrura de la mina, se apagó su voz, pero su estela seguirá brillando eternamente en la historia del Cante de las Minas. Se fue como vivió: con sobriedad, rodeado de cariño y repartiendo generosamente el suyo, como generosamente regaló su voz a quien supo escucharla. Porque Pencho Cros no era hombre de escenarios, aunque sabía estar a la altura cuando se subía a uno y así lo atestiguan sus tres Lámparas Mineras. Prefería compartir su arte único con los amigos, en las tascas unionenses, al calor de una copa, a esa hora en que la noche se junta con la mañana, en ese momento que todos esperaban disimulando su impaciencia y que nunca sabían a ciencia cierta cuándo iba a llegar, en el que Pencho le decía a su a su amigo y guitarrista: «Antonio, toca, que voy a cantar».

Su pasión por el flamenco era quizás sólo comprable a la que sentía por su pueblo, La Unión, que ahora llora la ausencia de uno de sus Hijos Predilectos y justa Medalla de Plata de la ciudad. Embajador de su tierra y de su Festival,  dentro y fuera de ella, Pencho Cros nunca quiso despegarse de las calles que le vieron nacer. Pudo irse a Madrid, a hacer fama y dinero de la mano de figuras como el hijo de «Rojo El Alpargatero» y de Rafael Farina, que así se lo ofrecieron, pero prefirió quedarse entre los montes de su sierra minera, en la que de joven trabajó y de mayor paseó.

El  último minero cantaor de La Unión fue también aprendiz de fragua, alpargatero y mecánico de buques, pero dándole al martillo, al palanquín o la llave inglesa nunca dejó de cantar. Incluso en sus últimos años, cuando esa enfermedad ladrona de la memoria hacía de las suyas, Pencho tarareaba por lo bajinis una minera

Vi un minero en la cantina
Con muchos conocimientos.
Que el que trabaja en la mina
Conoce el mundo por dentro
Y lo demás, lo adivina.

Trabajador y padre de 10 hijos, sacaba tiempo para estudiar, cultivar y difundir los cantes mineros, de los que era un gran conocedor.  Mucho se ha hablado de su estilo personal para cantar la minera, que ha creado escuela, pero es difícil describir la sensación que produce escuchar los sonidos mágicos que salían de su garganta

Cuando canta Pencho Cros,
Por el secreto que encierra
El conjuro de su voz,
Toda el alma de la sierra
Llega hasta el trono de Dios.

Hasta el trono de Dios ha llegado ya Pencho Cros, y andará revolucionando el cielo, con su amiga y paisana la poetisa María Cegarra, ella poniendo la letra y él su divina voz.

 María Jesús Villar Martínez, autora de la

Más información:

Especial 47 edición Festival Internacional de Cante de las Minas

 

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