El adiós de un maestro
Paco Paredes QUE ME ENTIERREN EN LA UNIÓN En la madrugada del pasado viernes 26 de Octubre, nos dejaba para siempre Fulgencio Cros Aguirre “Pencho Cros”. Cuantos momentos vividos, cuantos momentos grabados. A mi memoria vienen tantos y tantos recuerdos, que nos acompañan durante toda una vida de afición a este arte… aquellas reuniones flamencas de bar en bar, aquellas noches en el festival minero hasta altas horas de la madrugada, o sus intervenciones en el programa radiofónico que junto a su hijo un servidor presentaba y dirigía. Con Pencho cabría cualquier titular “El regalo de una voz” que daba titulo a su libro, “Pasión por el Cante”, “Vida y Obra”, “La Voz de la Mina”, “El Cante de La Unión”… aunque yo le titularía “De La Unión al Cielo”, porque solo el cielo le podía apartar de su tierra, esa que Pencho quería con pasión. Había permanecido ajeno a patrones y estilismos, y sin pretenderlo lideró una escuela que ha sido referente indiscutible del sabor unionense del cante por mineras. Y yo me pregunto ¿Cómo se pueden poner cadenas a su cante, si este nació libre? Y es que Pencho había dado forma a sus sentimientos mediante un cante propio, único, su minera. Él fue el primero que se reveló subconscientemente liberándose de las formas estilísticas que se transmitían, y casi sin saberlo, mostró el dolor y sufrimiento del minero al calor de la tertulia de aficionados y cabales, regado con un buen vino. Reinó alrededor de una mesa de amigos, sin ataduras, formas, ni concepciones que pudieran coartar su momento de inspiración, que pudieran truncar su estado de libertad, y eso se reflejaba en su cante. Es ahí donde Pencho se sintió a gusto, donde Pencho se mostró grande.
El escenario le producía un gran respeto y desde abajo se podía palpar su nerviosismo, sin embargo en él, durante algo más de cuatro décadas, dejó momentos de genialidad, detalles únicos de expresión personal, y es que Pencho, subió a las tablas, cantó y salio eso…, una forma maravillosa de concebir el cante de las minas. Algunos cantaores se apresuraron en imitarlo, queriendo seguir una escuela que él nunca trató de imponer, porque el cante de Pencho no estaba reglado a formas ni concepciones, que no fueran las que le dictaba su estado de ánimo. Su particular personalidad, se asemejaba a la de ese grupo de cantaores legendarios como Manuel Torre, Tomas Pavón o Cayetano el de Cabra que necesitaban de ese momento mágico que era el “estar a gusto”, negándose rotundamente a cantar con cualquier pretexto o excusa cuando no le apetecía. Y ya ven señores, de su magistral anarquía, nacía una expresión única que daba sentido al grito libre del cante de la tierra, la Minera de Pencho Cros. Cantaores como Encarnación Fernández o Miguel Poveda por sólo nombrar algunos, hicieron de esa expresión una forma de creatividad, sintiéndose completamente identificados. No faltaron tampoco, quienes agarrándose a ese patrón, hicieron de él, un cante inmóvil, en el cual había que seguir las reglas establecidas que había marcado el maestro. ¡Pero qué sabían esos señores!, todos cuantos tuvimos la suerte de conocerlo y poder disfrutar de su amistad y de su cante, sabemos que éste permanecía completamente en movimiento, la Minera en la voz de Pencho era un cante vivo, capaz de evolucionar en cualquiera de sus conceptos, por que Pencho nunca pretendió fijarlo a un esquema definido, su capacitad interpretativa le llevaba a la inspiración del momento, y éste estaba sujeto a su estado de ánimo. Desgraciadamente, esa forma de sentir el cante, poco a poco se estaba perdiendo, y es que si analizamos el cante que en La Unión se divulgaría a partir de 1961 con el resurgimiento de la copla minera a través del Festival Internacional del Cante de las Minas, nos damos cuenta que éste permaneció prácticamente inalterable para la gran mayoría de cantaores. El instinto creativo pasaba casi desapercibido para la afición, artistas como el desaparecido Manolo Romero y Encarnación Fernández, aún siendo una continuación cada uno de las dos escuelas que imperaban en la sierra minera de Cartagena- La Unión, sí supieron impregnar su cante de un magnetismo especial, la genialidad. Decenas de calificativos ensalzaron la figura de Pencho Cros, “El hombre Montaña” como un día firmara el escritor “Paco Icaro”, “La Voz de la Mina” le llamaron otros, o el comentario de Roque Montoya “Jarrito” después de escucharlo cantar “Pencho Cros: eres más grande cantando que estatura tienes”… Pero si algo le llenaba de orgullo, era una dedicatoria que aparecía en el frontal de una foto firmada por Antonio Mairena… Y es que el maestro de los Alcores quedó fascinado con el misterio de los cantes de Pencho, en esa noche que será recordada por ser cuando el embrujo de La Unión, unió por primera y última vez, a dos de los más grandes genios que ha dado la historia del flamenco… “Antonio Mairena y Paco De Lucía”. Pencho cantaba por Mineras y ante la insistencia del maestro de que ese era un cante menor, Pencho desgarró los ecos profundos del “Taleguito” cantando por Siguiriyas… Mairena quedó tan entusiasmado que de su inspiración broto ese… DUENDES DE PENCHO, LOS UNO A LOS MIOS… Razón no le faltaba.
ES TU CANTE INSPIRACION Descanse en Paz Maestro. Paco Paredes. Más información:
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