'Hibiki' es el título del nuevo espectáculo que se estrenará el 8 de enero en el Teatro Nacional de Tokio y repetirá el 9 de enero en doble función. El piano flamenco de Dorantes y los Daikos (tambores japoneses) de Eitetsu Hayasi sonarán flamencos con la colaboración del ballet de Yoko Komatsubara.
Dos músicos pioneros en sus respectivos instrumentos, conocedores de la tradición musical de sus países y expresadas en la mas contemporánea de la formas, representan dos tierras que unen la riqueza de sus culturas, la tadicional japonesa y el flamenco. DORANTES; este músico sevillano (Lebrija, 1969) ha tenido la valentía de explorar con éxito una senda hasta ahora desconocida en el flamenco, aunque eso sí, sin traicionar las enseñanzas de una familia de abolengo y con nombre propio dentro de la música tradicional andaluza. Aunque su árbol genealógico desvela su indiscutible arraigo con el flamenco (nieto de María La Perrata, hijo de Pedro Peña, sobrino de Juan Peña El Lebrijano y pariente de Fernanda y Bernarda de Utrera), este pianista ha conseguido entusiasmar a todos por méritos propios. Escrupuloso en la técnica, innovador en la composición y perfecto en la ejecución, Dorantes es ya un nombre con mayúsculas en el mundo del piano flamenco. Recientemente ha sido galardonado con el premio Joven Creador 2009 por el Ministerio de Cultura – Fundación Publica Instituto de Cultura Gitana. YOKO KOMATSUBARA nació en el seno de una familia de músicos tradicionales japoneses. De niña, se formó como actriz y bailarina clásica. Su carrera dio un giro cuando presenció una actuación de la compañía de Pilar López en 1960. Decidida a dedicarse por entero al flamenco, viajó a España para estudiar con maestros del flamenco y del clásico español como Victoria Eugenia, Paco Fernández, Enrique el Cojo, Matilde Coral, Manolo Marín… Debutó con éxito en Japón y también logró hacerse hueco en el circuito flamenco, formando parte, primero, de compañías como la de Rafael de Córdova y, después, con su propia compañía. Siempre se hizo rodear de lo más granado del cante, recibiendo el respaldo de vocalistas como Fosforito o Naranjito de Triana. Por su compañía y por el tablao que durante veinticinco años gestionó en la capital nipona fueron pasando los principales nombres del flamenco, lo cual hizo que fuera reconocida como una de las principales difusoras internacionales del flamenco. Por esta labor, fue condecorada en 1977 en España con el Lazo de la Orden de Isabel la Católica. |