- La cantaora hizo un recorrido por los cantes de Andalucía y el Levante, y recordó las letras de los poemas de Lorca, Miguel Hernández y Juan Ramón Jiménez entre alegrías, tonás y fandangos
- Polito fusionó tradición y vanguardia en su debut soñado en la ‘Catedral del Cante’, con un público en pie que reconoció el virtuosismo del joven bailaor
Festival Internacional del Cante de las Minas
Hay que transmitir verdad para que el flamenco cale. Es su forma de llegar hasta el corazón, y Carmen Linares lo sabe y lo defiende. Por eso salió con el alma y el corazón desnudo, con un respeto palpable del público de la ‘Catedral del Cante’, para mostrar por qué sus 40 años de trayectoria merecen todos los premios que en el último año están reconociendo su carrera.
El jaleo de su gira ’40 años de flamenco’ empezó pronto por tangos de Granada, con ‘Cintas de color grana’, que enmudeció al público, expectante por contemplar a una de las máximas representantes del cante jondo. La cantaora, “agradecida y satisfecha de volver a La Unión”, quiso recordar lo más importante de su carrera, por eso su disco ‘Antología: la mujer en el cante’ estuvo muy presente, así como las letras de algunos de los poetas más destacados de nuestro país. Acompañada de Salvador Gutiérrez y Edu Espín a la guitarra, Pablo Suárez al piano, y Ana María González y Rosario Amador a las palmas y coros, siguió el recital acompañada solo por una guitarra, mostrando el formato más puro del flamenco, con ‘Andaluces de Jaén’, de su último trabajo, para dar paso a las cantiñas y uno de sus temas más afamados: ‘Toma este puñal dorao’.
Después vino ‘La leyenda del tiempo’ de Camarón, cuya versión recordó a su amigo Enrique Morente, y un homenaje a Paco de Lucía con un piano que, en solitario, conmocionó al público.
Tras arrancarse por soleá, pidió permiso a La Unión, a su gente y a Encarnación Fernández para cantar por Levante, dedicándoselo a la cantaora unionense, “que ha dado personalidad a estos cantes”, con ‘Del Molinete’, por taranta y cartagenera. Una toná a capella con el ‘Clavo débil. Clavo fuerte’ de Juan Ramón Jiménez, y unos fandangos de ‘Moguer’ después, pasó a Miguel Hernández y las ‘Vendimiadoras’ que empezó por tanguillos y terminó a ritmo de alegrías.
Cerró el espectáculo -una gala ofrecida por el diario La Verdad- con el público en pie, con una Carmen Linares con la mano en el pecho emocionada, pasando las dos de la madrugada cantando a Lorca con bulerías, demostrando por qué el flamenco y su nombre tienen un vínculo inseparable.
Hablar flamenco con los pies
Ya lo advirtió cuando se hizo público que formaría parte de la programación de este año: “Voy a dejar mi corazón y mi alma en este festival”. Fiel a su promesa, el bailaor Antonio Moreno Fernández, ‘Polito’, demostró una experiencia que dista mucho de su juventud, pues a sus 31 años ha sabido rodearse de grandes bailaores, como su primo Farruquito como maestro y mentor, para ofrecer un espectáculo digno del Cante de las Minas.
Su baile, que abrió la gala del domingo, fue una mezcla de pasado y presente, de tradición y vanguardia, atreviéndose a agitar los cimientos del baile flamenco, moviéndose como si volara con su taconeo por el escenario, con un vestuario que acompañó la impronta del joven bailaor. ‘Y tú’ fue una muestra clara de su virtuosismo y energía; una técnica basada en el baile más tradicional con una esencia propia muy característica.
Una voz en off fue guiándole en su entrada al escenario, con una chaqueta de flecos que zarandeó con su movimiento, jugando con un sombrero y despertando el aplauso en varias ocasiones durante la siguiriya con la que se atrevió a abrir el show. El traje de luces vino después, un regalo del que siente como su hermano, el torero Alejandro Talavante, por granaína y tangos.
Cuando la ‘Catedral del Cante’ ya se había rendido a sus pies, se subió al cajón flamenco y bailó encima de él, haciéndolo sonar con sus manos después, arropado por las palmas de Manuel Lozano, Luis Amador, Juan Fernández, Ezequiel Montoya y Melchor Borja, que dejaron sus instrumentos para conquistar el centro del escenario y acercarse a un fin de fiesta que llegó entre alegrías y bulerías.
“He soñado con este festival muchos años y me habéis tenido un mes sin dormir porque estaba muy nervioso, pero las cosas se ponen en el camino y he entregado mi corazón”, confesó poco antes de despedirse, arropado entre aplausos del público a ellos y al revés, reconociendo un compartir de “bondad y felicidad” en el escenario del Cante de las Minas
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