BONELA HIJO O EL CANTAOR CON MÁS PREMIOS DE LA HISTORIA DEL FLAMENCO
Especial Málaga en Flamenco 2009
Participa el 23 de abril 2009 en Los Jueves Flamencos de Diputación (Málaga en Flamenco)
Los más viejos aficionados no recuerdan un caso parecido. Hace tan solo tres semanas, Bonela Hijo llegó a casa con un nuevo y valioso entorchado y unos suculentos seis mil euros en el bolsillo tras hacerse por segunda vez en su carrera con el Premio Nacional de Saetas que organiza la Peña Trinitaria de Málaga.
El primer premio conseguido elevaba el número de galardones de su currículum a doscientos cuarenta, una marca propia del Guiness Record si además se tiene en cuenta que entre ellos se encuentran los seis prestigiosos premios en modalidades diferentes de La Unión, el Premio Nacional de Córdoba y varios reconocimientos en sus modalidades, o el primer premio de la Confederación Andaluza de Peñas Flamencas que gozó de enjundia hace años y que catapultó a artistas como El Polaco o Joselete de Linares.
Su primer premio fue en su barrio de Málaga, en Mangas Verdes, con tan solo doce años, una presea de 20.000 pesetas que entregó a su padre –el cantaor Niño Bonela-, ya entonces era inaudita y prematura su afición a los cánones del cante, a la tradición. “Desde pequeño me he pasado todo el día escuchando, soy un enamorado del flamenco”, confiesa este cantaor enciclopédico.
Su primer premio de enjundia lo ganó en Lo Ferro en el año 93 pero mejor recuerdo aún guarda del año anterior cuando en el Gran Teatro de Huelva encaró una finalísima de Jóvenes Valores con Pepe el Marismeño como contricante y con la que a la postre sería su mujer de tercera competidora, Rocío Alcalá, otra malagueña. Bonela quedó primero claro.
Cuatro premios en una sóla noche
Una de las locuras realizadas en su carrera como ganador fue el presentarse en una sóla noche a cuatro concursos, cuatro finales. El botín final, una fortuna en el año 94 de 650.000 pesetas. “Tenía que actuar en Antequera, Alhaurín, Mijas y Estepona. Me las apañé para ser el primero en Antequera que empezaba a las nueve en punto, el primer participante en Alhaurín que empezaba un poco más tarde y llegar a Mijas y Estepona con el coche echando leches porque no me daba tiempo para actuar en mi turno. No sé ni cómo llegué a todos. Pero lo hice. Gané tres segundos premios en los tres primeros y el primero del último de Estepona, porque en los anteriores no podía quedarme a la parte final y a la entrega y por eso no me dieron más primeros aquella noche”, confiesa entre risas.
En el 98 se presentó en el Concurso Nacional de Córdoba en todas las modalidades algo que sólo había hecho antes Fosforito, veinte cantes en tres días, y se alzó con el Premio Pepa Oro y una mención especial en los Cantes de Cayetano Muriel.
Ha ganado en santuarios reservados por historia casi exclusivamente a cantaores de Cádiz y Sevilla –Carmona, Dos Hermanas, Morón, Osuna- como cuando ganó el premio por soleá y seguiriyas Antonio Mairena de Mairena del Alcor. “Suelo ganar más fácilmente en las modalidades de cantes por malagueñas porque los jurados a veces se dejan influir por el de dónde vienes y creen que no puedes cantar igual de bien por bulerías o soleá. Y en alguna ocasión han llegado a decirme qué bien he cantado por malagueñas y yo haber cantado por otra cosa”, cuenta como anécdota.
Reconoce saber la fórmula, el truco para camelarse a un jurado de los que afinan con mucha saña el lápiz a la hora de puntuar. “Hay que saber cantar en un concurso igual que se debe saber cantar en una fiesta o en un festival. Se trata de hacerlo bien y lo más clásico posible”.
Ha dejado eliminados en concursos, por debajo de su cajón de ganador, a figuras hoy como Niña Pastori o Pitingo y no le quedan hoy competiciones de nivel a los que presentarse. En modalidades o estilos se ha traído reconocimientos de lo más variado hasta de villancicos por bulerías, guajiras, vidalitas. Ha estado junto a leyendas en concursos, como Gaspar de Utrera, el Cuchara o Terremoto Hijo. Los premios físicos no le caben en la casa y ha llegado a dárselos a amigos y familiares.
Los más viejos del lugar no recuerdan un caso parecido y salvo que alguien demuestre lo contrario se trata del cantaor más premiado en la historia del flamenco.
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