Este próximo viernes Antonio el Rubio cierra la programación del ciclo las Sagas del Cante en la Sala García Lorca de Madrid.
SALA GARCIA LORCA- Viernes, 31 de octubre a las 22.30-H
Antonio el Rubio, cante.
Camaron de Pitita, guitarra.
Charo de los Rubios, Luis de los Rubios, cantaores invitados
Entradas Ticketea – Más información: 914298471
Ya se encuentra disponible la programación de la Sala García Lorca de Madrid en los meses de noviembre y diciembre 2014, consulta la Agenda de Flamenco de Madrid.
ANTONIO EL RUBIO, Cantaor flamenco
Le gustaba el arte, pero no el artisteo. «Cantaba al que me apetecía y cuando quería», dice con la contundencia y la seguridad que solo dan sus más de 85 años. Habla Antonio Carmona 'El Rubio', el patriarca de una saga flamenca de la que Camarón «aprendió mucho», que hizo de su casa en Madrid un lugar de encuentro con el arte jondo «que ha sido 'referío' por todos los artistas» y que sigue en la brecha.
Cantó con los grandes y para los grandes, pisó los principales tablaos de Madrid, pero «el círculo» del mundillo flamenco no le atraía. Él lo hacía porque le gustaba. «Y será así hasta que muera, porque he nacido con el flamenco», sentencia. Pero no buscaba la fama. Se ganó la vida como tratante de antigüedades y con el tiempo reservó el cante para su casa y reuniones de amigos.
Con menos de diez años, actuaba en los cafés cantantes de La Línea; siendo adolescente llamó la atención de La Niña de los Peines y Pepe Pinto en la feria de Sevilla, dio el salto a los tablaos de Madrid y se hizo compadre del Niño de la Calzá, «el que mejor cantaba por fandangos de todos los tiempos». «Bueno, mejor que yo no», matiza con una sonrisa. Porque el fandango es su palo por excelencia. «Y es el más difícil», aclara. Con sus propias letrillas, le dio un toque personal del que bebió nada menos que Camarón. «Él aprendió muchísimo de la gente de Los Rubios», asegura. Mantuvieron amistad durante más de 20 años, tanto que el de San Fernando bautizó a uno de los hijos de El Rubio como Camarón de Pitita (por su madre, Josefa). Y cuenta Antonio que se quedó prendado de la voz de su hija Charo. El de la Isla era de los muchos que pasaron noches de fiesta flamenca en su casa.
Cuando las primeras figuras terminaban su espectáculo, se iban al vivero que guardaba la familia de Los Rubios a las afueras de Madrid. «Allí fui durante 18 años el cantaor de los artistas», afirma. Lola Flores, El Pescaílla, Pansequito, Manuela Carrasco y muchos otros iban en su búsqueda. «Era la única manera de escucharlo», explican sus hijos.
Ahora Antonio Carmona tiene el pelo blanqueado por los años, pero este gitano por los cuatro costados cuenta que de chico «era muy rubio». Como su madre, Anita 'La Rubia', «una mujer que hablaba hasta inglés». De ella, de la Línea de la Concepción, y de su padre, de Campanillas, heredó el arte de hacer canastos y el duende flamenco. «Esto es genético», dice. Vive entre Madrid y Málaga, provincia en la que ha residido casi 30 años y donde continúa su hijo Luis. Con la cátedra de la veteranía, El Rubio lamenta que se pierda la pureza. «¿La fusión? No, eso no me gusta», declara. Dice que en sus tiempos «hasta a los perros les gustaba el flamenco. Y hoy gustan las cabezas 'raspás'». Pero aclara que él sabe apreciar «al que canta bien», sea del género que sea. Es más: «Me gustan Michael Jackson, Tom Jones y Raphael».