‘Son de ayer’ Juan Antonio Suárez ‘Cano’.

Producido y editado por Cano

El viaje a alguna parte

Juan Vergillos

En su primera obra discográfica este guitarrista catalán, con orígenes extremeños, revoluciona, sin pretenderlo, el panorama del toque flamenco. Se nos presenta en cuatro formaciones distintas: como solista, a dúo con el piano de Pablo Suárez o la flauta japonesa de Hideo Sekino, como miembro del grupo sevillano Caponata Argamacho, o acompañado de su familia y su gente de Extremadura, con unos tangos de la Tierra de Barros grabados en directo fabulosos.

Juan Antonio Suárez CANO – Son de Ayer

con Lole Montoya Pablo Suárez Pablo Martín

1. Luna (Siguirilla)

2. Sino (Canción)

3 . El señor de los tanguillos (Tanguillos)

4. Conclusión (Bulería)

5. A nuestra Mari (Elegía)

6. Almaire (Tangos)

7. Mi pequeño mundo (Suite)

8. Soledad

9. El punteao (Tangos, con Aires de Villafrancas de los Barros, Badajoz)

10. Pavana

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En los dos extremos está lo mejor del disco: la intimidad con la guitarra o el calor de la fiesta familiar. Es la constatación de que, en cada hombre, en cada mujer, hay muchos hombres y mujeres, aquellos que nos precedieron. El mensaje es el mismo. Básico. Porque si los tangos son básicos, igualmente primarias son las emociones que Cano explora y muestra a solas con su instrumento. En los dúos y en el cuarteto-quinteto se hace más sofisticado, lo que le da variedad a un disco de 70 minutos. Aunque donde nos rompe el músculo es en la intimidad, ya digo, de casa o del corazón. Por ejemplo la seguiriya que abre el disco. Cano se ha tomado la libertad de romper con el toque actual, asimilándolo. Siendo él mismo. Proponiéndose al mundo. Una seguiriya extraña y libérrima: percibes como el mundo se expande cuando hallas una propuesta así. Escúchela con atención.

Es una obra que fustiga a toda la guitarra contemporánea, como digo sin pretenderlo. Es el cariño a la nota, al sonido. No pasar por ellas con prisa, yendo a ninguna parte. El destino de este viaje se llama Cano, su intimidad. Podría ser canoera, como es seguiriya. En aparente su sencillez, esta obra es un monumento al vacío de la guitarra actual (plena de técnica), un monumento al dolor y al amor. Una obra que, además, bebe de toda una tradición de guitarra hispánica y panhispánica. Un disco que se presenta de puntillas en un panorama saturado de simulacros de autenticidad, saturado de tecnología puesta al servicio del sonido maquinal, no del corazón. Y que, como dice el filósofo sufí Mevlana Rumí de la música del ney, es puro fuego, que te hará brotar las lágrimas. A no ser que tengas el corazón de hielo. O, dicho en nuestro idioma: una música que reconforta, que nos iguala a todos los seres humanos, por no decir a todos los seres vivos, en el sufrimiento y el goce.


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