de Flamenco y Copas por Madrid
«Caray, con la calle Echegaray»
Durante los últimos años la madrileña calle Echegaray ha vuelto a sonar a flamenco y se ha producido en ella un resurgimiento de este arte. Los causantes de ello, una serie de bares que comenzaron a establecerse hace aproximadamente ocho años y que con una música más movida y comercial han ayudado a acercar estos ritmos a la gente joven. La verdad es que el entorno donde se ubican, al lado de la mítica plaza de Santa Ana, siempre ha tenido mucho que ver con el flamenco, ya que desde principios del siglo XX, ha sido una zona castiza, taurina y flamenca. En ella surgieron muchos tablaos, como El Villarosa o El Viva Madrid, donde acudían todas las figuras de la época, y que con el tiempo desaparecieron como tales.
Echegaray desemboca en Huertas y comienza en Carrera de San Jerónimo. Si entramos por esta última calle, el primer bar de ambiente flamenquito que te encuentras es el Cardamomo, el pionero de todos estos nuevos locales que se arriesgó a apostar por esta música. Comenzó como un bar muy pequeñito, pero su gran aceptación ha hecho que haya pasado por varias reformas y ahora es un macro pub, que especialmente los fines de semana, se pone a tope. En su repertorio musical el flamenco, con predominio del flamenco fusión, comparte protagonismo con la salsa «A los flamencos después del flamenco los que nos gusta es la salsa, como ritmo, el soniquete como nosotros decimos» señala Enrique Montoya, director artístico de dos centros de copas de la calle, Cardamomo y Los Gabrieles. Desde hace mas o menos dos años la empresa de Enrique, organiza actuaciones en ambos. Los miércoles es el día que el Cardamomo tiene reservado para los conciertos flamencos en directo, donde te puedes encontrar a jóvenes promesas, desconocidas por el gran público o a prestigiosos cantaores, que quizás se encuentran actualmente más en un segundo plano, como Ramón el Portugués. Son muchos los artistas habituales al Cardamomo que se han subido a su escenario, bien actuando o en un arranque espontáneo, como la Barbería del Sur, Suroma o Pepe Luis Habichuela.
Mención a parte merece un grupo, que incluso se ha puesto el nombre de la calle, la Echegaray Street Band, una formación especialmente basada en la percusión y donde se reúnen varios de los mejores jóvenes cajoneros asiduos al bar, que figura en una de las letras de sus divertidas y marchosas canciones. La banda está empezando a pegar fuerte y en ella se encuentran Ramón Porrina, El Piraña, El Bandolero, Chaboli, Joselín Vargas, El Morito y José Antonio Carmona que componen su base, aunque es fácil ver a más de un colaborador en ella.
Han participado como grupo en discos de varios artistas como Montse Cortés, Vicente Amigo o El Potito y preparan pronto el lanzamiento del suyo propio.
Para próximas citas el programa del Cardamomo promete ser de lo más interesantes, con consolidadas figuras como El Capullo de Jerez, y Ruben Dantas, o con mucho futuro como Arcángel. Tomando una copa te puedes encontrar a cualquiera de ellos desde los más jóvenes a los más veteranos, es un local al que van todos los flamencos. Pero no es el único, para Manuel Cordero uno de los tres socios del bar El Burladero «Ketama, José el Francés, La Barbería son como de la familia. Algún día te encuentras a Estrella Morente a Pepe de Lucía, Lolita y gente que viene de paso que hacen la parada y se meten». Este lugar de copeo fue el segundo que decidió seguir la estela del Cardamomo. Tanto su talante taurino como que su música sea cien por cien flamenco, fue un poco por casualidad, pues al principio entre un socio vasco, otro gallego y un andaluz no era fácil ponerse de acuerdo.
El éxito de su bar vecino y que al poco de su inauguración se produjo el boom de Ketama, la Barbería y Raimundo Amador, les ayudo a decidirse definitivamente y seguro que no se arrepienten, porque ahora se llena casi todas las noches.
Entre los fines de semana y resto de días se nota la diferencia de la música que se ofrece. Según Manuel «El viernes y el sábado el público es más variopinto entre girys, gitanos, hay más variedad. El flamenco puro apalanca un poco, se ponen más rumbas, tanguillos… entre diario puedes permitirte poner El Torta, El Capullo de Jerez, Enrique Morente, flamenquito más puro, porque la gente está más tranquilita, pero nunca sabes lo que te espera». Su decoración taurina se debe a que por las fechas de su creación Manuel Díaz «El Cordobés» fue uno de los primeros asiduos al bar, al que siguieron posteriormente otros diestros, ya que el hotel Victoria, situado en Santa Ana acoge durante las ferias, especialmente en San Isidro, a casi todos los toreros. Siempre se ha dicho que toros y flamenco van unidos y el ejemplo más significativo es el Burladero.
En medio del Cardamomo y el Burladero se encuentra el bar Los Gabrieles. Históricamente es el más flamenco de todos. Don Antonio Chacón, a principios del siglo XX, le llevó a su época de mayor esplendor, pues el local era su lugar de alterne y a él acudían además numerosos aristócratas amantes del flamenco y el ambiente andaluz. También Fosforito, Antonio Molina, El Habichuela o La Niña de los Peines entre otros, lo frecuentaban. La sorprendente azulejería de su interior denota una clara decoración de gusto andaluz y es un pequeño museo donde dejaron plasmado su arte los ceramistas sevillanos Enrique Guijo y su discípulo Alfonso Romero.
En los años 50 tuvo su época de decadencia y posteriormente sufrió numerosas transformaciones. En la actualidad, curiosamente, la música que menos se pone es flamenca y se puede escuchar, de todo: Hip-hop, Tecno… Hace dos años y medio se pensó en una sesión especial de actuaciones de flamenco con la idea de recuperar la esencia del local y poco a poco ha salido a flote. Para Enrique Montoya que organiza las actuaciones de Cardamomo y Gabrieles «En las de los miércoles en el Cardamomo acude gente más entendida y aficionada y aquí vienen más los turistas, además de asiduos, pero especialmente es un público de turistas que les gusta mucho el baile». En los Gabrieles se dan tapas. A partir de las 13:00 horas se pueden degustar los mejores vinos finos, acompañados de una selecta gama de Chacinas de la sierra del norte de Huelva y es entonces cuando más flamenco suena.
Enfrente de Los Gabrieles nos encontramos con una callejón que desemboca en la calle Príncipe y donde se ubica otro de los espacios flamencos de la zona. Por ello se llama El Callejón de Madrid, que lleva tres años funcionando. Los ritmos que suenan en este lugar, según Miguel Fernández, uno de los dos propietarios del local «Dependen de la franja horaria, por la mañana más jondo y por la tarde noche, más comercial desde José Mercé, La Barbería del Sur a Estrella Mórente, esa es la base musical».
En este bar también se dan tapas frías y cuenta con una terrazita de verano desde abril a octubre. Como en todos estos locales también El Callejón vive como se pasea el arte por esta calle, así lo comprueba muchas veces Miguel Fernández «Alguna noche ha pasado alguien por el local y se ha improvisado una fiestecita, es algo que como se dice en el flamenco el duende aparece cuando menos te lo esperas, es algo bonito y único»
El Callejón no es el único metido de la calle, porque más adelante hacia Carrera de San Jerónimo hay otro entrante, entre una serie de viviendas, donde nos encontramos con un pequeño centro de copas denominado Jóvenes Flamencos. El propio nombre indica quienes son los protagonistas musicales de este lugar que se abrió hace un año y medio. El público asistente es muy variopinto «Desde Ketama, Antonio Carmona y Juan son amiguetes, como gente joven, más mayor y mucho extranjero que les gusta el flamenco y que piden a Camarón» comenta Arturo, Gerente de los Jóvenes flamencos, que es músico y que frecuentaba la zona para tomar copas y vió en ella el lugar ideal para un local con su música preferida «Todo el mundo conoce la zona como flamenca».
El horario de todos estos centros de alterne es fundamentalmente de tarde- noche: de siete u ocho de la tarde, a tres, tres y media de la madrugada, incluso cuatro, los fines de semana, excepto Los Gabrieles y El Callejón que abren desde al mediodia alrededor de las 13:00 horas.
Pero el ambiente flamenco madrileño no se queda solo en la calle Echegaray, pues en su entorno seguimos encontrando numerosos sitios, que acogen este arte. Al ladito está la calle de la Cruz, donde hayamos la Sala Suristán, que contribuye a difundir toda música étnica y que es, sin duda, la precursora de la zona en ofrecer actuaciones de flamenco en directo. Los Miércoles, aproximadamente hacia las 22: 30, llevan siendo desde hace varios años, el día para ello, aunque también se puede organizar algún concierto flamenco el resto de la semana. Por su escenario han pasado innumerables artistas de todas las calidades, estilos y edades: Agujetas de Jerez, Dieguito El Cigala, Jerónimo y Leo Maya, Elena Andujar o Marina Heredia entre otros muchos, incluso algunos han elegido Suristan para la presentación de sus trabajos discográficos. Más arriba de la calle, casi en la plaza de Benavente, está situado El Torero una sala que tira más a discoteca, con dos plantas. Es en la de arriba donde frecuentemente se pincha la rama del flamenco más marchoso y comercial.
Ya en Atocha y hacia Antón Martín, en la calle Cañizares está la Taberna Casa Patas, todo un clásico del arte flamenco. Además tiene restaurante y es uno de los tablaos con más solera de la capital que ha acogido a infinidad de figuras. Solo las fotos que ilustran sus paredes son un mínimo ejemplo del amplio panorama artístico que ha dejado su duende en Casa Patas. Más adelante en la calle Olivar nos encontramos con El Candela, otro lugar de reunión de los flamencos, tanto artistas como aficionados y una de las paradas más tradicionales para todos ellos. Por último y ya en la Cava Baja también es obligado nombrar a La Soleá, donde la inspiración de los cantaores de todo rango se deja escuchar cada día entre sus paredes.
Es un hecho que actualmente en la calle Echegaray, es donde más suenan las rumbas, los tangos y las bulerías, entre otros palos y el centro de encuentro de todos sus seguidores. Tomarte una copa, al ritmo de los compases que más te gustan es posible gracias a todos los bares de este barrio, sin duda el más flamenco.