La primavera no existiría sin el invierno. Hay una felicidad ingenua, natural, y otra que exige el diezmo de una fugaz visita previa al infierno. Pero Dante sabe lo que dura un infierno. Los dos últimos temas de este disco, que se ofrecen como extras, como regalos, como menores recompensas para el que ha recorrido el camino del horror, pertenecen a esa última felicidad. El camino del horror, el que iba en 1937 de Málaga a Almería, el mismo horror que retrata Picasso en su obra más popular, la que inspira el primer tema (‘Guernirak’) de este disco. El horror es un lenguaje bien conocido en el flamenco, bien sea de drama o de tragedia. Aquí en forma de seguiriya, de soleá.
Antes que los infiernos kafkianos de nuestro tiempo, antes que Auschwitz o Irak, está El Marrurro, Manuel Molina o Juanichi el Manigero. Eso lo sabe cualquiera. En el camino del horror, Morente-Picasso nos ofrece exquisitas degustaciones para tenernos en pie: ‘Borrachuelo con aguardiente’, ‘Pan tostao’, que son dos bulerías gemelas, cantes de los ‘Montes de Málaga’, ‘Compases y silencios’, ‘Tientos griegos’ o la Orquesta Chekara con Góngora el de Córdoba (‘Soneto X’). Y luego la felicidad. La felicidad de la soledad, de la conciencia de que estamos solos en este mundo inventado por Pablo-Enrique. A solas con nuestro contestador automático (‘Angustia de mensaje’), que es el otro nombre de la niñez (‘Adiós, Málaga’).
‘Pablo de Málaga’ Morente.
Producido por Enrique Morente. Con las guitarras de Miguel Ochando, Niño Josele, Rafael Riqueni, Pepe Habichuela, David Cerreduela, Paquete, Josemi Carmona y Juan Habichuela ‘Nieto’. El Caimán Records.
Será porque es una broma. Un chiste. La felicidad. ‘Angustia de mensaje’ aparece como ‘bonustrack’: será porque es una broma. Eso no quiere decir que no sea importante, sino todo lo contrario: de lo más importante de este disco. Reír y bailar, de lo más importante de antes. Tempus fugit. La hermosa despedida, ‘Adiós Málaga’, se ofrece también como regalo o, bien visto, con una petición de permiso por estos tres minutos de nuestro tiempo. Pura nostalgia de un hombre que está como una rosa feliz. Es un poema enumerativo, a la manera de los clásicos (Dante, Borges), de nostalgias y recuerdos, de lugares y de personas: los grandes cantaores de Málaga, el mar de la infancia de Pablito, el Puente de Tetuán. Qué arte el del Chino de Arte Cuatro para mostrarse complaciente con este remoquete artístico.
Me resulta un disco más intelectual, más artefacto. Más demorado y pensado que los anteriores. En este sentido, creo que pierde algo de espontaneidad, excepto en los ‘bonus tracks’, lo que gana en el instalar al flamenco en la vanguardia de las artes contemporáneas. Y, llevando un poco más allá este argumento, a lo mejor estos ‘bonus tracks’ son lo más trascendente de esta obra: Morente se instala en el flamenco ‘chill out’ (al cantaor parece que “le ha dado por las máquinas”: él, desde la tierra que lo sostiene, puede) para darnos una mirada, desde la profundidad del humor y la nostalgia-amor por una ciudad soñada, Málaga, y ofrecernos un personaje, Filomena, desde el costumbrismo sureño, que está ya instalado en nuestra mitología como la Hortensia Romero de Quiñones o el Cortadillo de Cervantes. No es la primera vez que esta faceta tan destacada de la personalidad del cantaor, como es el humor, aparece en su obra. Pero nunca antes con este nivel de profundidad, emoción y amargura. Y esa melodía final de ‘Adiós Málaga’, esa progresión fácil, entrañable: una declaración de amor.
¿Alguno de ustedes ignora que este disco está inspirado en el Picasso poeta surrealista, que es el mismo Picasso pintor conceptual que ilustra el libreto con una selección de sus mejores guitarras?